No podemos menos que alegrarnos cuando comprobamos que la industria naval, aunque esté lejos de nuestra realidad mendocina, se recupera y apunta a la construcción de embarcaciones y componentes estratégicos del rubro metalmecánico.
Es lo que ocurre de un tiempo a esta parte con la realidad de los Astilleros Río Santiago (ARS), en el municipio de Ensenada, Gran La Plata, provincia de Buenos Aires.
En ese complejo está prácticamente listo un buque petrolero, “Eva Perón”, de 187 m de largo (eslora) por 47 m de ancho (manga), hecho 100 por ciento por trabajadores argentinos.
Esa unidad, junto con otra similar (“Juana Azurduy”), ha sido adquirida por la empresa Petróleos de Venezuela SA (PDVSA).
Una gran noticia y una reivindicación para una empresa local que estuvo a punto de perder competitividad y hasta pudo desaparecer, no obstante que allí trabajan 3.000 personas.
El ARS es uno de los tantos polos industriales que deben apuntalarse y su ejemplo debe repetirse en otras plazas argentinas en la búsqueda de la reactivación industrial que tanto necesita el país.
A estas ejecuciones en marcha se añade la construcción de dos lanchas de instrucción de cadetes con destino a la Armada Argentina.
Todo esto está ocurriendo luego de algunos años en los que se temió por la continuidad de la industria y la recesión que eso iba a arrojar.
El astillero tiene una antigüedad de 69 años y de una rica como competente producción de más de setenta barcos.
En este polo fabril no sólo se hicieron embarcaciones, sino que, además, en sus enormes instalaciones, se fabricaron grandes motores y equipos de bombeo para la industria petrolera, turbinas de la represa binacional de Yacyretá, maquinarias con destino al ferrocarril y hasta el techo del Estadio Único de La Plata y las columnas de iluminación de la cancha del equipo de Gimnasia y Esgrima.
Es vital para el país que estos grandes emprendimientos se reproduzcan con sus particularidades y necesidades a lo largo y ancho del territorio, se posibilite la recuperación de la producción de alto valor agregado y se sumen puestos genuinos de empleo.
El astillero que describimos es un verdadero ejemplo de la industria nacional que queremos y necesitamos, esa misma que construye aviones, automotores y artefactos sofisticados para la ciencia espacial.
En la actual etapa, el astillero de Ensenada, junto con el otro que tiene el país, Tandanor, expresan un ambicioso plan de materializar embarcaciones de patrullaje oceánico que, cuando estén en el agua, ayudarán a combatir la depredación que naves extranjeras piratas realizan sobre la riqueza ictícola nacional.
Ésta es una importante sustitución porque la anterior administración nacional contrató cuatro embarcaciones en Francia con destino a la Armada. También saldrán de sus talleres lanchas de patrullaje costero, que serán utilizadas en esa misión por la Prefectura Naval Argentina.
El plan de trabajo se completa con un acuerdo con la Marina para hacer un buque de transporte logístico, un dique en Ushuaia y una embarcación multipropósito.
En resumen, vemos en acción un digno ejemplo de la industria argentina, la que debemos proteger y propiciar en el país porque es un eslabón alentador de la recuperación de la nación, por encima de las estériles peleas partidarias y políticas, siempre alejadas de los procesos de engrandecimiento que necesita una nación.