Extensiones de nailon, chapas, madera y algunos ladrillos son los materiales que observamos en las decenas de asentamientos que existen en el Gran Mendoza y el resto de la provincia, donde viven en la mayor precariedad familias enteras.
Esos mendocinos y mendocinas, y siempre lo aclaramos, en especial los niños, se merecen la posibilidad de abandonar esa forma de vida oprobiosa de los asentamientos. Tal vez no puedan arribar a casas con los últimos adelantos y tecnología, pero si a hogares dignos con los imprescindibles servicios a su disposición.
Entre todos los actores de la sociedad, con el Estado a la cabeza, debería ser posible borrar esa realidad que atrasa y agobia la vida de miles de conciudadanos y empezar a despejar de la realidad provincial los indignos asentamientos, o villas miseria como se los llamaba antaño.
Tal vez por ahora no sea una salida para todos los grupos y en todos los lugares, pero una buena posibilidad de remediar tanto atraso en materia de hábitat es afianzar la construcción de casas de quincha, como lo están haciendo los departamentos de Lavalle y San Carlos.
“Es una opción trascendente -sostiene el arquitecto Alfredo Méndez, especialista en vivienda social- que se ha vuelto estratégica como solución habitacional de bajo costo y mínima huella de carbono”. Esto último se da por el aprovechamiento directo de materiales naturales y autoconstrucción con aporte intensivo de mano de obra tradicional, sin requerir el uso de equipos y herramientas de elevada inversión de capital.
La vivienda de quincha es de directa aplicación en entornos rurales y periurbanos. Algunos municipios ya han dictado ordenanzas autorizando la construcción de viviendas con este sistema y también el IPV propicia su aplicación.
El distrito de La Consulta (San Carlos) implementó este proyecto de vivienda social, utilizando el sistema constructivo quincha mejorada sistematizada (QMS).
También en este marco, en junio de 2022, el IPV entregó la primera vivienda de este tipo en el barrio Flores-Olivares de la capital mendocina.
El sistema quincha mejorada sistematizada, que podría ser aplicado en otros puntos de territorio donde proliferan viviendas taperas, implica una técnica constructiva con tierra cruda. Todo el material utilizado en esta construcción es montable, desmontable y biodegradable. Además, se caracteriza por la reducción en los tiempos de construcción, la eficiencia térmica y la sistematización del proceso.
Por supuesto que la modalidad constructiva descripta tiene que ser supervisada por ingenieros y arquitectos, superar las condiciones sismo-resistentes que se exigen para las edificaciones y por eso en distintos lugares se aprobaron algunos cambios y ajustes, como por ejemplo hallar la mejor manera de dar seguridad a los puntos de encuentro entre columnas y vigas.
Asimismo, ahora se sabe más de la composición de los suelos, que no son iguales en los distintos parajes, por lo que se debe agregar arcilla u otros componentes para darle mayor consistencia y plasticidad al barro.
Aunque el movimiento de bioconstrucción a nivel mundial desaprueba el uso de cemento, en la experiencia mendocina este componente aparece sólo como un recurso utilizado en los cimientos y sobrecimientos (también con piedra bola) para dar fuerza a la base.
En la actualidad golpea la existencia de los asentamientos y por eso abonamos la esperanza de que poco a poco ese “paisaje” mejore sustancialmente con aparición de más casas de quincha, con su blanca, sobria y sencilla estructura.
