En su mensaje con motivo del Día Mundial de las Ciudades, que se conmemoró el último día de octubre, el titular de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el nigeriano Tijjani Muhammad-Bande destacó que la pandemia de Covid-19 ha puesto de relieve la importancia de las comunidades estrechamente vinculadas.
La ONU aprobó, a finales de 2013, una resolución en la que proclamaba el 31 de octubre como Día Mundial de las Ciudades. El tema elegido para la celebración de este año es “Valorar nuestras comunidades y ciudades”.
El mundo vive un rápido proceso de urbanización y, según la organización internacional, las ciudades albergan al 55% de la población mundial y se prevé que esa cifra aumente hasta el 68% en 2050. Con estos números en la mesa, la ONU advierte que es urgente una respuesta eficaz de las urbes de todas las latitudes a la emergencia del coronavirus, al igual que la elaboración de un plan para futuros brotes de enfermedades infecciosas en esos centros urbanos.
Destacó también el carácter innovador, resiliente y proactivo de las comunidades, que desempeñan un papel fundamental “en la construcción de ciudades sostenibles desde una perspectiva económica, social y ambiental”.
A medida que se va superando la pandemia y los habitantes y funcionarios se involucran en el decenio de acción en favor del desarrollo sostenible, tenemos la oportunidad de repensar de raíz la forma en que vivimos e interactuamos.
Así, las comunidades urbanas tienen el desafío en la formulación de políticas y en la toma de decisiones, de forma de ir consiguiendo, lo que no siempre se obtiene, resultados más inclusivos y duraderos.
Respecto de la visión mendocina de la celebración, estimamos señalar algunos aspectos de interés.
La residencia de prácticamente la totalidad de la población provincial en ciudades ubicadas en los tres oasis, razón por la cual resulta de la mayor trascendencia reflexionar en la reciente celebración de la fecha sobre el estado de nuestros centros urbanos y su futuro desarrollo.
Asimismo, estamos ante la presencia dominante del Gran Mendoza, la mayor área metropolitana del Oeste argentino, donde se aglomeran dos tercios de la población provincial, configurando diversas problemáticas que requieren soluciones acordes a su gran magnitud.
Igualmente se dispone, en la experiencia local, de centros de irradiación regional, tales como San Rafael, Tunuyán, Malargüe y otros, en los que se mantienen buenas condiciones de vida urbana y creciente prestación de servicios a sus entornos de características rurales.
En el mismo sentido, debe ser tenida en cuenta la existencia de numerosos núcleos de menor jerarquía, demandantes de mejoras que prevengan la migración de sus poblaciones hacia centros de mayor tamaño.
Atendiendo a estas características, sería aconsejable recomendar a los gobiernos provincial y municipales, a los centros académicos y a las entidades de la sociedad civil, el estudio y monitoreo permanente del estado del sistema urbano provincial, propiciando cambios y mejoras en cuanto hace a la distribución espacial equilibrada de la población, la sostenibilidad ambiental y la disponibilidad de hábitat formal para todos los habitantes.
