Los clubes de barrio constituyen una asistencia muy importante para lograr una niñez, adolescencia y juventud sanas, cumpliendo una función que el Estado a veces deja de lado.
Estas entidades se reparten por toda la provincia y a pesar de los nobles fines que tienen en sus bases constitutivas y estatutos, muchas andan a los tumbos
Y otras tuvieron que cerrar sus instalaciones dejando desamparadas camadas infantiles y juveniles que se beneficiaban con sus servicios.
De acuerdo a la filial Mendoza de la Unión de Clubes de Barrio, “los clubes (de este tipo) asisten a una realidad muy triste, con pocas personas como colaboradores, que ayudan con lo poco y nada que tienen”.
Las organizaciones que describimos sufren, en gran medida, el desamparo de una política provincial y se encuentran sin herramientas ni acompañamientos. El Estado nacional, mientras tanto, llega a cuentagotas y los municipios asisten como pueden, pero no alcanzan con sus posibilidades a que los clubes tengan una vida tranquila y dinámica en favor de la niñez y la juventud.
Mendoza es una provincia que si bien tiene dificultades, bolsones de pobreza e indigencia y carencia de viviendas para todos sus habitantes, exhibe por otro lado industrias de base y un destacado comercio y la potencialidad del turismo que acredita desde hace varias décadas.
Sin embargo, como contrapartida hay entidades deportivas no federadas que se reparten en los distritos departamentales de sus distintas zonas que apenas pueden subsistir, mientras otras debieron cerrar.
Clubes sin personería jurídica y otras carencias administrativas, sin posibilidades de subsidios, escasos programas para que las instituciones cuenten con materiales deportivos aptos para desarrollar la tarea y dificultades para cobrar cuotas, conforman un delicado cuadro de situación.
Como hemos señalado, así transitan desde hace años las que pudieron seguir porque un sinnúmero se quedaron en el camino.
Para colmo, estas entidades, como el resto de la sociedad, sufrieron los efectos de la pandemia de coronavirus, que frenó aún más sus perspectivas de desarrollo porque si había algún tipo de ingreso, en ese lapso se dejó de percibir.
Importante sería que a partir de ahora los estados provincial y municipal pudieran reorganizar la vida de los clubes y entidades sociales, ayudándolos a reconstituir sus bases jurídicas y balances, y a mejorar la infraestructura disponible, con la mira puesta en seguir recibiendo y atendiendo niños y adolescentes, que de otra forma quedan desamparados.
Asimismo, hay que conseguir aportes para poder pagar y ofrecer los servicios de luz, agua y gas, que no están subsidiados para los clubes de este tipo, y que si no pueden ofrecer esos beneficios o auxilios, es otra forma de abandonar la promoción de la niñez y la juventud, que inclusive en algunos casos también alcanzó a brindar alimentos a planteles de chicos que pertenecen a hogares muy humildes del interior provincial.
Si bien la Dirección de Deportes de Mendoza puede brindar auxilios y subsidios, hay que atender la realidad de los clubes que no estén al día con sus estados contables y personería, y evitar que queden afuera de cualquier convenio y por ende, en el camino de desaparecer por inacción.
Por lo expuesto, las autoridades en sus diversos ámbitos deben hacer todo lo posible para afianzar el crecimiento deportivo y social de los chicos/as, como paso convergente hacia la materialización de estudios, la capacitación laboral y el empleo en instancias de un futuro próximo.
