Mientras la Argentina determina cuál será la vacuna contra el Covid-19 que se aplicará a la población, en Europa y los países del Norte en general el rebrote ha llevado a las autoridades a tomar nuevamente medidas extremas para evitar más contagios. Una prueba clara de que, más allá del avance de los antídotos, estamos en presencia de un virus de difícil combate y eliminación, si es que realmente cabe este último término. Hubo casos de países que manejaron correctamente el proceso anterior, como Alemania, que ahora se sorprenden por la cantidad de enfermos y de muertes diarias.
Temen los gobernantes europeos, fundamentalmente, que los encuentros familiares y de amigos con motivo de las fiestas de fin de año deriven en un incremento del número de contagios, que ya genera alarma. Es por ello que ya días antes de la Navidad, la mayoría de los países europeos decidieran limitar drásticamente las actividades sociales y, en lo posible, realizar un inicio conjunto de los planes de vacunación.
Cabe acotar que la Unión Europea tiene prácticamente dispuesta desde la semana próxima la aplicación de la vacuna de Pfizer.
Y hay otro dato muy significativo. Desde la Presidencia de la Unión Europea se estimó, en base a los datos recogidos sobre la efectividad de las vacunas que se ofrecen, que se requiere aplicar las dosis hasta un 70% de la población para comenzar a pensar en el fin de la pandemia.
Hasta cambió de posición el presidente de Brasil, que durante este año tuvo una postura bastante indiferente hacia el ataque del virus, que produjo en su país un número de casos y muertes altísimo. Ahora Jair Bolsonaro dispuso un estricto plan de vacunación y pidió a la población el esfuerzo para contribuir y sofocar la situación. Prueba de la gravedad de algo que seguirá al acecho de la humanidad.
Toda esta realidad debe ser debidamente anotada por las autoridades políticas y sanitarias de la Argentina. Con más razón luego de que el gobierno nacional diera marchas y contramarchas reiteradas sobre la estrategia a adoptar para la determinación de qué vacuna utilizar, a qué segmentos de la población aplicarla y cómo ordenar la logística correspondiente. Ahora, según el ministro de Salud de la Nación, “hay problemas con los aviones” para ir a buscar a algún país elaborador las dosis prometidas tantas veces a los argentinos.
Las contradicciones sobre el plan de vacunación en la Argentina son notables y reiteradas. Fundamentalmente por boca de sus principales autoridades, el presidente de la Nación y su ministro de Salud. Se habló en los últimos meses de fechas y cantidades de dosis supuestamente certeras que, sin embargo, en cada nueva aparición pública de las autoridades fueron modificándose en forma llamativa.
Muchos países del Hemisferio Norte están ahora volviendo a soportar el flagelo del Covid-19 luego de una temporada veraniega en la que los números de contagio se redujeron drásticamente, dando paso a la flexibilización de las actividades turísticas y sociales. Tal vez, excesos que ahora, en las épocas más frías, se vuelven en contra. Es lo que debe tomar nota la dirigencia política argentina. Por eso es muy necesario que la estrategia de vacunación se ordene de una vez en el menor tiempo posible.