La Iglesia Católica argentina vuelve a mostrar su perfil crítico respecto del Gobierno nacional y de la dirigencia política en general. Hace tiempo que habían pasado a segundo plano los severos documentos de la jerarquía católica que advertían sobre la pobreza y la corrupción en la Argentina, entre otros asuntos. Todo quedaba limitado a un “tirón de orejas” desde algún púlpito o a la mención de la crisis durante el tedeum que se celebra en la Catedral porteña en fechas patrias.
Pero la dimensión de la debacle parece haber reverdecido aquellos hábitos en formato de documentos que ganaban los primeros planos. Al respecto, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) difundió un duro pronunciamiento en vísperas del Día de San Cayetano, que cada 7 de agosto congrega a miles de personas en el santuario de la parroquia del barrio porteño de Liniers. Una multitud que, en su gran mayoría, pide trabajo.
Nadie parece haber quedado a salvo de esta suerte de reprimenda: “Se necesita más que nunca de los políticos un ejercicio de la responsabilidad que vaya más allá de los propios intereses”, pregona el documento, que firma monseñor Oscar Ojea, titular de la comisión ejecutiva de la CEA.
El escrito contiene referencias a mensajes anteriores del papa Francisco, por lo que es de inferir que fue elaborado con la anuencia del Pontífice. ¿Un giro en el estilo mesurado respecto de la gestión nacional y del poder político en la Argentina?
Lo cierto es que la jerarquía de la Iglesia tomó nota de la descomposición social que, como siempre, golpea a los sectores más vulnerables.
Habrá que recordar que el Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina, alertó que desde hace más de una década el 30% de la población “nunca dejó de ser pobre”. Y que un 60% accede a empleos marginales o cayó al abismo de la desocupación.
Y sigue el pase de facturas de la CEA: “La inflación es asfixiante”, advierte, y reclama a los políticos estar a la altura de las circunstancias en bien de superar una crisis exponencial que va dejando a millones de ciudadanos a la intemperie.
La reflexión episcopal alumbró al cabo de una reunión de monseñor Ojea con referentes de movimientos populares. Allí se compartió la necesidad de crear puestos laborales. No es más ni menos que lo que miles de fieles pedirán este domingo al santo patrono de los sin empleo, sin un techo digno y sin acceso a los alimentos diarios. “Pedir por el trabajo es pedir que todos los trabajadores y trabajadoras tengan derecho a vivir dignamente”, dice la nota de la CEA. Una radiografía ajustada de la crisis y un llamado de atención a la política, del que nadie se puede sentir ajeno.