Luego de la desafortunada intervención de la Cancillería argentina para referirse al conflicto reciente entre Israel y Hamas, nuestro país aumentó la tensión con las autoridades israelíes al sumarse a un grupo de naciones que apoyó, en la ONU, una investigación por presunta violación de los derechos humanos por parte del Ejército israelí al repeler los ataques desde la Franja de Gaza.
Esta decisión llevó al gobierno de Israel a citar al embajador argentino, Sergio Uribarri, para notificarlo personalmente del disgusto que produjo la referida postura, que es considerada por la comunidad judía internacional como un apoyo al terrorismo que ejerce la organización Hamas.
Esto, sumado a una audiencia previa de las instituciones israelíes en Argentina con el presidente Alberto Fernández. En el encuentro llevado a cabo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel se tildó de “inaceptable” la posición adoptada por el gobierno de nuestro país, que se sumó a Rusia, China, Venezuela, Cuba y otras representaciones ante la ONU en el voto a favor de la investigación de supuestos crímenes de guerra en ese corto, pero muy duro enfrentamiento, en el que la organización Hamas disparó más de cuatro mil misiles sobre población civil israelí.
El reclamo del gobierno de Israel, que aclaró que la misma queja les planteará a los demás 23 países que votaron a favor de la investigación de posibles excesos bélicos, tiene una mirada muy definida con respecto a los dos atentados sufridos por la comunidad judía en nuestro país en 1992 y 1994.
”Es inconcebible que Argentina, que sufrió dos graves y dolorosos atentados terroristas de Irán y Hezbollah en Buenos Aires, no condenara el terrorismo de Hamas y apoyara esta resolución”, dice el contenido más enérgico de la expresión de la diplomacia israelí. Sin ninguna duda, aquellas acciones terroristas contra la Embajada de Israel en Buenos Aires y contra la AMIA, a las que alude la Cancillería de Israel en su queja ante el gobierno de Alberto Fernández, deberían conducir a otra actitud de la Argentina ante planteos como el que derivó en la investigación que dio paso al voto polémico de nuestro país.
Porque aquellos ataques que destruyeron la sede diplomática de Israel y de la AMIA costaron muchas vidas de argentinos, judíos o no, y dejaron un elevado número de heridos y afectados, en general, que difícilmente puedan olvidar el infierno de una acción terrorista movida por el odio y la venganza.
Entre otras apreciaciones, la Argentina respondió señalando que, “más allá de disentir con algunas apreciaciones de las autoridades israelíes”, debe “interpretarse el verdadero sentido” de la acción de Naciones Unidas por el esclarecimiento de hechos de violencia bélica desmedidos.
Una toma de distancia que demuestra, a priori, deseos de reacomodar las relaciones, pero que a la vez estaría confirmando desinteligencias en el seno del gobierno argentino con respecto a su política exterior. El kirchnerismo ya tiene antecedentes de una ideologizada política exterior como lo que condujo al desafortunado intento de pacto con Irán, o las actuales contradicciones que conducen a la cancillería a criticar primero y luego defender a la dictadura venezolana de Nicolás Maduro.