Estados Unidos aprobó una millonaria ayuda para Ucrania, para sostener la dura guerra que planteó Rusia hace más de 2 años al invadir gran parte de su territorio. Se trata de 62 mil millones de dólares que aprobó el Congreso sobre un total de 95 mil millones, para también asistir a Israel y Taiwán.
Lo más destacado fue el triunfo que el oficialismo demócrata logró en la Cámara de Representantes del Congreso, donde hay mayoría republicana. Esa sorprendente votación resolvió el trámite, ya que en rápida revisión el Senado, con mayoría oficialista en las bancas, sancionó la ley y la envió a la firma del presidente Joe Biden para su implementación.
La iniciativa del Poder Ejecutivo estadounidense no lograba apoyo en el Congreso por la férrea resistencia que ejerció durante mucho tiempo la mayoría republicana, influenciada por Donald Trump, quien presionó a través de los legisladores conservadores y el ala antiintervencionista de su partido para terminar con la ayuda a Ucrania, lo que reavivó en Estados Unidos sospechas por su antiguo vínculo con el líder ruso Vladimir Putin.
Sin embargo, un sector de los legisladores republicanos, no alineados con Trump, encabezados por el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, tomó distancia del planteo del ala conservadora de su partido y se acopló a los demócratas para hacer posible la postergada ayuda, que obtuvo en Representantes una cómoda y notoria mayoría.
Otro líder republicano, Michael McCaul, también alejado del ex presidente Trump, fundamentó la postura de los republicanos que votaron a favor de la ayuda financiera a Ucrania señalando: “Nuestros adversarios están trabajando juntos para socavar nuestros valores occidentales y degradar nuestra democracia”. Firme defensa del sentido histórico del apoyo brindado a Biden para que asista al gobierno ucraniano de Zelenski.
La fuerte influencia de Trump sobre los republicanos se quebró cuando un buen número de legisladores opositores advirtió que el actual avance ruso sobre devastados territorios ucranianos demostraba el grado de flaqueza y desgaste moral de la resistencia del país invadido.
Un triunfo de Rusia en el plano militar significaría un golpe muy fuerte a la estructura de la OTAN y a la política exterior de Estados Unidos, riesgo que no querrá afrontar el presidente Biden en el año en que buscará su reelección justamente contra Trump.
Por otra parte, nadie descarta que facilitar las cosas para el avance de las fuerzas al mando del autoritario líder ruso puede poner en jaque a varios países democráticos vecinos de Rusia, que se vería tentada a nuevas aventuras en virtud de su impronta expansionista e imperialista.
La ayuda aprobada por el Congreso norteamericano es extensiva, en menor medida, a Israel y Taiwán como señal de respaldo a los problemas que afrontan esos países en el campo internacional. Israel libra una batalla contra la guerrilla de Hamas en Gaza tras los ataques de octubre. Y suma un posible enfrentamiento a más escala con Irán. Taiwán se mantiene en alerta ante ejercicios militares chinos que no ocultan el añoso deseo del régimen comunista de recuperar la próspera isla.
Desafíos para un gobierno estadounidense que se ve obligado a mantener su autoridad y liderazgo ante quienes atentan contra la libertad que da la democracia.
