Como es de público conocimiento, el presidente argentino, Javier Milei, no estuvo presente en la reciente reunión de jefes de Estado del Mercosur realizada en Asunción. Esto fue como consecuencia de mantener una relación muy tensa con su colega de Brasil, Lula Da Silva. Curiosamente, mientras se realizaba el encuentro de presidentes en Paraguay, Milei optó por viajar para encontrarse en Brasil, en el marco de una cumbre de ultra derecha, con Jair Bolsonaro, su amigo y fuerte rival político del presidente brasileño.
Dicho encuentro generó una tensión extrema que puso al gobierno de Lula Da Silva expectante ante la posibilidad de algo que finalmente no ocurrió: una nueva crítica pública del primer mandatario argentino. Se había llegado a especular con una posible ruptura de relaciones diplomáticas forzada por Brasil si Milei embestía otra vez contra el líder del país vecino.
La decisión personal de Milei de no concurrir al Mercosur resultó desafortunada, ya que su canciller, Diana Mondino, que lo representó oficialmente, llevó a la mesa de discusión del resto de los presidentes del bloque planteos interesantes que marcan un positivo cambio de postura con respecto a la gestión anterior del presidente Alberto Fernández.
En coincidencia con la posición de Uruguay, la Argentina volvió a plantear como necesaria para el bloque la concreción de un tratado de libre comercio con países importantes en lo referido al comercio, como China y el bloque de Oceanía, destinos lejanos pero muy aprovechables siempre. Si bien la administración libertaria se ha mostrado esquiva a estrechar lazos oficialmente con el régimen político chino, es indudable que el sector privado que comercializa con aquel destino requiere de un aval mínimo gubernamental para obtener mayor respaldo.
Justamente, desde la delegación argentina liderada en este caso por la ministra Diana Mondino se puso énfasis en la necesidad de flexibilizar dichos acuerdos comerciales. El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, ha venido planteando en soledad en el bloque regional esta inquietud, por lo que el respaldo de Argentina permite marcar una paridad, ya que Brasil y Paraguay mantienen su reticencia al respecto.
Por lo tanto, sería conveniente que el titular del Poder Ejecutivo reviera de inmediato actitudes que lo colocan en una posición incómoda en cuanto a la relación con países estratégicos desde el punto de vista del posicionamiento internacional. Este faltazo presidencial por parte de la Argentina no se producía desde que, en diciembre de 2001, el entonces presidente Fernando de la Rúa desistiera de concurrir a la cumbre de Montevideo para atender la crisis política y social que vivía en esos momentos la Argentina y que horas después terminaría con su mandato presidencial.
Demás está reiterar que Argentina y Brasil son los principales motores del Mercosur y que este bloque regional necesita el respaldo conjunto para mantener la relación con el resto del mundo. En ese aspecto, tampoco debe dejarse de lado el acuerdo entre el bloque regional y la Unión Europea, logrado en 2019 pero ahora bastante alicaído.
Por todo ello cabe esperar una pronta revisión de las relaciones entre las máximas autoridades de Argentina y Brasil para lograr que ambos países vuelvan a motorizar en el plano comercial a una región que tiene mucho para ofrecer.