Tras más de una década el agua llegó otra vez a las Lagunas de Guanacache, en el norte de Lavalle, límite con San Juan, aportando un beneficio de enorme trascendencia a la zona y los pobladores que tienen la dicha de recibir otra vez esa “procesión líquida” que apacigua los arenales y da de beber al ganado caprino, base de la economía lugareña.
La corriente líquida llegó al complejo lacunar como consecuencia de que fueron abiertas las compuertas del dique Potrerillos, liberándose una importante cantidad de metros cúbicos de líquido, que llegó a las lagunas, distantes a 130 kilómetros de la ciudad de Mendoza, a través de los cauces históricos que estaban totalmente secos.
No sabemos por cuanto tiempo la zona contará con este milagroso valor agregado, produciendo una renovación de la esperanza que no ocurría según algunos desde hace más de diez años, aunque otros testimonios estiran la sequía a dieciocho años.
Guanacache es un sistema de lagunas y bañados encadenados, alimentados (cuando hay caudal) por los ríos Mendoza, San Juan y otros de menor importancia, así como recursos provenientes de los drenajes del cercano departamento Sarmiento (San Juan) y lluvias en zonas aledañas.
En las actuales circunstancias, el agua llegó a la desértica región a través de cauces históricos, tras la apertura de las compuertas de Potrerillos, maniobra que alivió el embalse que había alcanzado su cota máxima de llenado.
El complejo lacustre ha sufrido en el tiempo, un fuerte proceso de degradación, consolidando un ambiente desertificado, donde se torna muy difícil la explotación del ganado caprino, cuyos planteles mueren por la falta de bebida y de pasturas apropiadas, además de malograrse por el mismo motivo la plantación de cebada, verduras de chacras y otros productos. Ni que hablar de la rica avifauna cuando retorna la humedad.
Hay que recordar que antaño los sectores circundantes a las lagunas constituían un polo de desarrollo y de hecho era el principal proveedor de trigo y pescado de la región.
Hay por estos días un clima de alegría en la zona de las lagunas, ya que los habitantes del lugar han recuperado la esperanza de que todo vuelva a ser como antes, es decir recobrar actividades que eran posibles gracias a las propias características de la zona y su magnífico humedal. Hay familias que hace años tuvieron que dejar de hacer labores que les eran propias de este humedal y cambiar de actividades con el fin de sobrevivir en un ámbito que cada vez se les presentaba más adverso.
La situación actual es sumamente beneficiosa y abre un abanico de posibilidades, turísticas inclusivo, pero falta saber si se podrá mantener el caudal de líquido en los espejos del área, con todos los beneficios descriptos.
Se requerirán obras viales e hidráulicas para proteger los humedales y sus contornos.
Algunos trabajos ya deberían estar ejecutándose. No hay que olvidar que este humedal conforma uno de los pocos sitios Ramsar que tiene el país, que es una condición de carácter internacional relativa a la conservación y al uso racional de los humedales.
Como siempre ocurre, la comunidad del lugar ha puesto manos a las obras para acondicionar el sitio que rodea a la blanca capilla histórica de Lagunas del Rosario, a fin de acondicionarlo para que el agua forme nuevamente la represa que hubo en años anteriores.
Pensamos, sin desmerecer el valioso aporte de los particulares, que el Estado (municipal o provincial) debería intervenir con proyectos de cierta importancia para el desmonte y la consolidación de defensas de caminos y sitios ribereños, de manera de retener mejor el agua que está llegando.