Siempre es oportuno ocuparse del drama que viven las comunidades afectadas por conflictos bélicos o sociales que derivan, irremediablemente, en desplazamientos, hambrunas y tantos otros males.
Siria es un lamentable ejemplo en tal sentido. En estos días se cumplieron doce años del inicio del conflicto armado en ese país. A partir de esos enfrentamientos, según las Naciones Unidas se han producido más de 300.000 muertes y un grado de destrucción de viviendas e infraestructura en general que obligó al desplazamiento de casi 7 millones de personas dentro del país y poco más de 6 millones y medio que buscaron refugio en otras tierras.
Y un fenómeno natural reciente agravó el cuadro. El fuerte terremoto del 6 de febrero último, que también afectó a Turquía, sumó problemas, ya que afectó a casi 9 millones de personas. En síntesis, hay actualmente más de 15 millones de sirios que necesitan ayuda humanitaria.
Esto ha llevado a los expertos y coordinadores de la ONU en abordaje de medidas de socorro y crisis en Siria, a afirmar que la de ese país continúa siendo una de las emergencias humanitarias y de protección más complejas del mundo. La mayoría de la gente muestra voluntad para adaptarse a los requerimientos de los organismos de ayuda, pero la asistencia no resulta suficiente ni sostenible.
El problema se agrava si, como vemos a diario, la comunidad internacional no sólo no sale en auxilio de tantas poblaciones afectadas, sino que, además, provoca nuevos focos de conflicto y drama social. De esa manera el mapa del desplazamiento social internacional irá creciendo sin límites. Un claro ejemplo lo constituye desde hace más de un año la acción bélica generada por la invasión de Rusia a Ucrania, con consecuencias dolorosas en cuanto a daños edilicios y muertos, heridos y desplazados en el país invadido.
Hay que señalar que, justamente, la Rusia liderada por Vladimir Putin mucho tiene que ver en la terrible realidad que viven los sirios, ya que sus tropas también intervinieron en la guerra civil de ese devastado país en acuerdo con las autoridades locales.
Desde Naciones Unidas consideran que sin una solución política que restablezca soberanía e integración territorial a Siria “el dolor de la población perdurará”. Es por ello que vienen efectuando con insistencia llamados a las partes enfrentadas para que adopten medidas de ayuda que obliguen a calmar los ánimos entre las fuerzas antagónicas.
Precisamente, la Agencia de la ONU para los Refugiados fue oficialmente muy crítica sobre la situación en uno de los primeros pronunciamientos de este año. “Lejos de inmutarse, la comunidad internacional ha sido incapaz hasta ahora de resolver los conflictos y otras causas de desplazamiento que han forzado a millones de personas a huir de sus hogares. Esta continua inacción, combinada con los crecientes efectos de la emergencia climática, hace que las perspectivas del desplazamiento mundial en 2023 parezcan poco alentadoras”.
Fuerte llamado de atención para países que, aun no teniendo conflictos internos de carácter bélico, sí padecen cuadros de empobrecimiento crecientes por sus ineficaces políticas públicas. Eso también constituye un modelo de desplazamiento social.