Los fiscales de la causa Vialidad concluyeron el lunes su alegato pidiendo una condena para Cristina Kirchner y otros acusados.
Y la reacción social y política que se registra desde entonces sólo se explica por confundir ese momento del juicio con la sentencia del tribunal oral, que aún no ocurrió.
Cientos de ciudadanos que no simpatizan con la vicepresidenta salieron a las calles, munidos con sus cacerolas, a festejar.
No tuvieron mejor idea que convocarse frente al domicilio particular de esta.
Cientos de ciudadanos que militan en el kirchnerismo se reunieron, a su vez, en el mismo lugar para defender a su líder.
El enfrentamiento que sucedió entonces entre ambos sectores no tenía sentido.
Ni unos ni otros modificarán en las calles la situación procesal de Cristina Kirchner en la causa Vialidad ni en ninguna otra.
La afirmación es válida para los destacados dirigentes kirchneristas y las diversas figuras de la esfera pública que trataron, en los últimos días, de alentar las más estrafalarias manifestaciones para que el Poder Judicial en su conjunto desistiera de investigar a Cristina Kirchner.
¿Por qué debiera hacerlo?
La Justicia debe expedirse, con absoluta independencia de los demás poderes del Estado y con igual independencia respecto de la supuesta jerarquía de la persona acusada de un delito, por el simple hecho de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.
Esta es la esencia del sistema republicano que nos rige.
Lo peor que nos puede pasar es que permitamos la relativización de estos principios a favor de determinadas posturas políticas.
Tampoco se pueden permitir la tergiversación del proceso jurídico y la valoración de cada una de sus instancias.
En la causa Vialidad, los fiscales no hicieron otra cosa que cumplir con su función, que es acusar, sobre la base de su visión de las pruebas, y pedir la condena que ellos evalúan acorde con ese entramado.
Ahora, las defensas tendrán derecho a refutar a los fiscales.
Lo hará la defensa de cada uno de los acusados, en línea con sus intereses particulares.
Luego, cada acusado tendrá derecho a una última declaración frente al tribunal oral.
Y recién cuando esos pasos se hayan cumplido, los integrantes del tribunal escribirán su sentencia.
Con todo, cuando se conozca el fallo –podría ser en diciembre próximo–, aun si Cristina Kirchner resultara condenada, como lo solicitaron los fiscales, no habrá terminado el proceso.
Vendrá el tiempo de las apelaciones: primero, ante la Cámara de Casación; luego, ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En todo ese período, el fallo no estará firme y la supuesta condena no podrá ejecutarse. Por lo tanto, la carrera política de Cristina Kirchner no se verá truncada de golpe en las próximas semanas porque los fiscales hayan pedido su inhabilitación.
En conclusión, sería deseable que todos los sectores políticos se abstuvieran por igual de agitar pasiones innecesarias.
Aún quedan muchas instancias, e incluso muchos otros juicios.