Los mendocinos disponemos de un gran centro de referencia de la cultura que es la Biblioteca Pública General San Martín, institución que cumplió 202 años de existencia en el pasado mes de julio.
Su funcionamiento es una base de inapreciable valor para los investigadores de las unidades del Centro Científico Tecnológico-Conicet Mendoza, las universidades públicas y privadas y los estudiantes que cursan el ciclo secundario, sin contar a un nutrido número de ciudadanos y ciudadanas de todas las edades que consultan a diario colecciones de periódicos y revistas o que estudian en su amplia y bien iluminada sala “Manuela Mur”. O se nutren de su rico acervo bibliográfico estimado en casi 130.000 libros, archivos y materiales de lectura.
Casi todo lo que compete a la historia y la cultura de la provincia y la región se encuentra en el complejo del paseo La Alameda.
La atención del personal es esmerada y profesional y se puede afirmar fuera de toda duda que nadie que concurra a la gran biblioteca se retirará de ella sin la satisfacción de haber conseguido lo que buscaba.
Entonces, el servicio y las prestaciones son muy variadas, y el usuario dispone de un amplio espectro de secciones o áreas de atención para satisfacer su deseo de saber o su curiosidad.
En una descripción sucinta podemos describir los sectores que jerarquizan la institución, como por ejemplo el área de las Joyas Bibliográficas; la parte de los autores locales (con 8.000 ejemplares); las hemerotecas, menor (25.000 títulos) y la mayor (que acuña diarios provinciales y nacionales), y las secciones de Literatura infantil, de Lenguas Extranjeras y el Fondo General, que supera los 40.000 volúmenes.
El punto de reflexión es que la institución es contenida en un edificio sólido, de buenas líneas arquitectónicas, pero que ya comenzó a transitar el rigor del paso del tiempo, toda vez que fue inaugurado en 1956, junto con el museo del mismo nombre, éste último fundado y atendido por la Asociación de Damas Pro Glorias Mendocinas, y que se ubica al lado de la biblioteca.
Han transcurrido décadas desde aquél lejano momento de la apertura del edificio, que indudablemente ha ido envejeciendo.
Las distintas partes se han visto sometidas al intenso tránsito de personas y a distintos cambios que afectan la infraestructura general del inmueble.
Es frecuente que algunos de los sanitarios que posee la entidad cultural para empleados y usuarios, deban ser cerrados por reparaciones o que se produzcan otros desperfectos en las generosas instalaciones.
Por eso propiciamos desde estas columnas que el presupuesto que disponga la Secretaría de Cultura para el mantenimiento de la biblioteca sea todo lo amplio posible y con las menos limitaciones permitidas, de manera de poder realizar en tiempo y forma los arreglos periódicos que demanda una institución de la envergadura de la casa de los libros de avenida San Martín 1843.
Los arreglos a tiempo serán siempre más económicos y de esa forma se evitarán averías más severas y posibles daños en el interior de la construcción, y la inhabilitación de sectores.
Una adecuada asignación presupuestaria para el mantenimiento de los bienes públicos, y la San Martín lo es en grado sumo, es el dinero mejor invertido, no obstante que corran tiempos en que el “no hay plata” sea un axioma de guerra.
El usuario preferirá siempre ese mantenimiento preventivo, que indudablemente demanda desembolsos importantes, y no el cartel “cerrado por reparaciones”.