Conducir un automóvil implica una serie de obligaciones que fueron establecidas en resguardo de la seguridad, no sólo de quien está al comando del volante, sino también de eventuales terceros, tanto dentro como fuera del vehículo.
La mención a los automóviles es referencial, por ser los de mayor circulación en calles y en avenidas urbanas, como también en rutas nacionales y provinciales. Pero, aunque redunda aclararlo, la citada obligatoriedad legal alcanza a todos los rodados con dominio, ya sean colectivos, camiones, utilitarios y motocicletas, solamente por mencionar algunos.
Al avanzar en el tema, nos encontramos con que, en ese extenso menú de responsabilidades, tener la póliza del seguro al día figura en un punto excluyente.
No se trata solo de asegurar el vehículo en la lógica y aceptable prevención de un robo. Se trata, también, de la necesaria cobertura legal en caso de siniestros viales de distinta gravedad que comprometan la salud de los ocasionales protagonistas, sin entrar a detallar culpabilidades.
Sin embargo, la costumbre de muchos de evadir las normas, sumada a los incrementos de costos para contratar un seguro de cobertura mediana, se refleja en inquietantes estadísticas al respecto (con la salvedad de que la crisis y las dificultades económicas no dan derecho a manejar sin seguro).
Lo cierto es que, según informes especializados, un tercio de los automotores que transitan las calles y las rutas en la Argentina no están asegurados.
Los datos surgen de un informe elaborado por la Superintendencia de Seguros de la Nación y se encuadra en los “vehículos expuestos a riesgo”.
Es así que del total de automotores particulares registrados, el 33,3% no cuenta con la póliza al día.
Ello sin contar la enorme cantidad de propietarios que no han renovado la licencia de conducir o que incumplen con la revisión técnica obligatoria (RTO).
Con cifras dispares según el paso de los meses y la retracción en las ventas de cero kilómetros, el informe del ente nacional indica que el parque automotor en el país ronda los 12 millones de unidades, de las cuales ocho millones tienen seguro.
El tema no es menor ya que si alguien no tiene seguro y choca a otro auto o produce cualquier lesión a un tercero, el perjudicado tiene que iniciar una demanda judicial y no tiene garantía alguna de recibir su justa indemnización si el culpable es insolvente como suele ocurrir en muchos casos.
Y es a esta altura del entramado cuando surge la necesidad de ajustar los controles de parte de la Policía Caminera y de los inspectores municipales. Ya no basta con viajar en rutas con las luces bajas encendidas: habrá que verificar también si está en orden la documentación integral exigida.
En resumen, requisitos ineludibles que tienen un fin común: la seguridad en el tránsito.
