¿Cuánto necesita una familia para vivir en Argentina? ¿A qué distancia está esa cifra de los ingresos reales? La ciudadanía lo sabe cada vez que enfrenta una góndola. Pero las cifras también hablan por sí solas. Las respuestas a las dos preguntas son alarmantes.
Según el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos), en 2022, el costo de la canasta básica total (CBT) aumentó 100,3%, por encima de la inflación (94,8%). En tanto, la canasta básica alimentaria (CBA) lo hizo un 103,8%. Es decir que, siempre según el organismo oficial, un grupo familiar necesitó 152.515 pesos mensuales para no caer en la pobreza.
Por otro lado, la Junta Interna de trabajadores del Indec calculó que un hogar constituido por una pareja de 35 años con dos hijos en edad escolar necesitó 238.680 pesos en diciembre de 2022 para satisfacer las necesidades mínimas. Detalló que ese valor se integra por 80.726 pesos para adquirir la canasta alimentaria mínima y 157.954 para bienes y servicios.
Ahora bien: si lo que se analiza son los ingresos, en el tercer trimestre de 2022, según el mismo Indec, había en Argentina 9,4 millones de personas que percibían alguna suma mensual, sean trabajadores formales o informales. El sueldo promedio en esos casos fue de 83.310 pesos. Pero eso, por sí solo, no dice mucho: mientras que un empleado registrado obtuvo un promedio de 104.790 pesos mensuales, en el caso de los informales, ese salario fue de 45.981 pesos. Una brecha muy amplia, que coloca en una situación aun más complicada a quienes viven en ese sistema informal.
Como si fuera poco: según un estudio de la consultora LCG, en los últimos 5 años, el poder adquisitivo de los salarios acumula una caída promedio de casi 25%, pero la pérdida acumulada para las personas en situación de informalidad fue de 39,7%.
Es necesario que quienes gestionan y quienes pueden llegar a gestionar el Estado entiendan que no hay tema más urgente ni prioridades más determinantes que esta realidad. Más del 40% de la población argentina no alcanza los ingresos suficientes para paliar la mayoría de sus necesidades.
Algo no funciona bien si no prima en la agenda oficial la necesidad de revertir esa situación y, en cambio, se malgasta el tiempo en proyectos destinados a salvaguardar intereses personales o partidarios, pensando sólo en las próximas elecciones.
Todos los sectores deben ponerse de acuerdo para atacar las causas que producen esa distancia entre lo que una persona necesita y sus ingresos, para tratar de evitar situaciones que en muchos casos ya son extremas.
Bajar la inflación y el déficit, promover una gestión responsable de los recursos y generar empleo genuino siguen siendo deuda con una sociedad cansada de poner siempre el hombro, para que nada cambie. Y ya no hay más tiempo para postergarlo.