La preocupación por ampliar la construcción de viviendas en nuestra provincia sigue siendo una materia pendiente.
Es crucial que más familias accedan a condiciones dignas de hábitat, pero alcanzar esa meta por ahora resulta difícil y frustrante; los años pasan y las postergaciones de muchos mendocinos y mendocinas se consolidan, las aspiraciones quedan relegadas, siendo los más perjudicados los grupos infantiles y juveniles de esos sectores postergados.
Como señalamos, es una problemática muy complicada de solucionar y una afrenta para los mendocinos que haya más de doscientos asentamientos dispersos en el Gran Mendoza y en el resto del territorio, con un nivel de vida y disponibilidad de servicios bajísimos, paupérrimos.
El contraste es durísimo. Nos referimos a que el tejido urbano dispone de barrios, abiertos o privados, con todas las posibilidades, bien diseñados, que coexisten con radicaciones de viviendas precarias en grado extremo, en medio de la tierra, la falta de servicios imprescindibles y otras carencias que no deberían darse en los tiempos que corren.
La preocupación por esta temática está presente en muchos ámbitos de la sociedad mendocina, uno de los cuales es el Grupo Eco Hábitat Mendoza, integrado por exdocentes de las universidades de Mendoza y Nacional de Cuyo; y exprofesionales del Instituto Provincial de la Vivienda de Mendoza (IPV). Los especialistas mencionados resumieron la problemática de la vivienda y presentaron una ponencia titulada “Enfoques para el fortalecimiento de la producción social del hábitat”, en el XXIX Encuentro de la Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de Vivienda, realizado en Natal (Brasil).
El trabajo se divide en tres secciones en las que se presentan experiencias, distantes en el tiempo, de las provincias de Mendoza y Córdoba.
Los autores que hicieron el trabajo sostienen que la ejecución de proyectos habitacionales, en la mayoría de las jurisdicciones del país, no responde a una planificación integral, limitando la atención oficial a demandas comunitarias puntuales, sin atender priorizaciones para el justo acceso al hábitat.
Se concluye que la reducción sustancial de las carencias del hábitat social, se alcanzará mediante la articulación concertada de todos los actores intervinientes -comunitarios, oficiales, solidarios y privados- trabajando en forma sistémica en la evaluación de las necesidades de tierras, insumos de materiales, mano de obra y financiamiento, requeridos anualmente para la eliminación del déficit en un período de tiempo determinado.
En otra sección del estudio propuesto se sugiere la incorporación de principios y métodos de economía ambiental en la curricula de las cátedras universitarias referidas a vivienda, necesidad que surge de los crecientes requerimientos de evaluación de impactos ambientales (EIA) para la aprobación de proyectos.
Por último, se propone dinamizar los intercambios de docentes y estudiantes de las cátedras de la Red Ulacav, que facilitarían la vinculación académica y las convivencias comunitarias en materia del techo que todos necesitan para vivir en condiciones medianamente aceptables.
Hay que poner fin de manera progresiva, entre el sector oficial y el privado, los hogares deficitarios, que son aquellos afectados por la baja calidad edilicia de sus viviendas y/o por las condiciones de ocupación de las mismas, situaciones que inciden con diversa intensidad sobre la calidad de vida de las familias.
Pero, hay que hacerlo de manera urgente porque se corre el riesgo que se sumen nuevas camadas de grupos familiares carenciados sin techo o techo en condiciones deplorables, y entonces la realidad que estamos considerando se tornará inmanejable y los números de habitantes sin hogar digno crecerán en forma alarmante.