Las autoridades viales y los ciudadanos que manejan bien y de manera responsable, que afortunadamente son muchos en Mendoza, tienen por meta acceder a una movilidad sustentable, que se proyecte a una realidad del tránsito con baja en la cantidad de accidentes traumáticos de tránsito en calles y rutas.
Lamentablemente, en la realidad mendocina se reiteran los incidentes viales graves.
Una prueba de ello es el penoso percance que sufrió una familia que se dedicaba al “cartoneo” en San Rafael, que fue atropellada por un automóvil guiado por un joven de 20 años, a veinte cuadras del centro de la ciudad sureña.
Como derivación del episodio, falleció el padre y un hijo de 11 años y resultó con heridas otra menor del mismo grupo.
Los mendocinos debemos propender a una movilidad sustentable que nos permita en el capítulo de la circulación de automotores, desplazarnos con algunas seguridades, poniendo distancia con los incidentes graves de tránsito, como está ocurriendo.
O, en lo posible, a avanzar en ese sentido.
“Movilidad sostenible -leemos en el blog www.aconvivir.org- es un concepto nacido de la preocupación por los problemas medioambientales y sociales ocasionados por la generalización, durante la segunda mitad del siglo XX, de un modelo de transporte urbano basado en el vehículo motorizado particular. Los inconvenientes de este modelo, entre los que destacan la contaminación del aire, el consumo excesivo de energía, los efectos sobre la salud de la población o la saturación de las vías de circulación, han provocado una voluntad colectiva por encontrar alternativas que ayuden a paliar los efectos negativos de este modelo y a idear un nuevo modelo de ciudad sostenible”.
En lo que representa a la seguridad vial, la sostenibilidad se encuentra enmarcada en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por Naciones Unidas a partir del año 2015.
Se refiere a las acciones a aplicar en la reducción del riesgo de lesiones y muertes causadas en el tránsito.
Asimismo, se busca crear un ambiente más seguro, accesible y sostenible para el sistema de transporte, requiriendo de acciones y medidas para que las vías de comunicación sean más seguras, no sólo para los ocupantes de vehículos, sino también para los usuarios más vulnerables de las vías: los peatones, los ciclistas y los motociclistas.
En este sentido, están sujetos a revisión muchas rutas mendocinas que presentan daños de leves a severos en su carpeta asfáltica y defectuosas banquinas.
Un ejemplo de lo que sostenemos es el tramo del Acceso Sur, comprendido entre Paso y Azcuénaga (Luján de Cuyo), que se encuentra pendiente de reparación y donde por semana se producen muy serios percances viales, algunos que han costado la vida de personas.
En las ciudades como las nuestras, el automóvil particular sigue siendo uno de los instrumentos centrales de movilidad.
En este sentido, y mientras otras formas de desplazamiento, como el transporte público de pasajeros, no se conviertan en medio de traslado de la inmensa mayoría de los usuarios (como ocurre incluso en países más desarrollados que el nuestro, donde se protege mejor el medio ambiente), tenemos que asegurar vías de comunicación en el mejor estado posible y procurar la misma condición de seguridad para los vehículos que conducimos.
No pretendemos llegar a la condición virtuosa de la ciudad española de Pontevedra (Galicia), pero por lo menos tengamos en cuenta su paradigma para reducir a cero las muertes de peatones en accidentes de tránsito.
Pontevedra puso a los transeúntes en el centro de sus políticas de movilidad, con la reducción de la velocidad máxima a 30 km por hora, amplió zonas de tráfico restringido y puso estacionamientos gratuitos en la periferia, para que la gente se movilice a pie dentro del casco urbano.