En aproximadamente siete meses y medio del año en curso, en la provincia se han registrado 10% más muertes en siniestros viales que en igual período de 2022.
Este es el dato contundente que surge de la explicativa nota que sobre accidentes de tránsito publicó Los Andes el pasado 2 de agosto, con la firma de la periodista Verónica De Vita.
El panorama en tal sentido sigue siendo preocupante porque no se consigue bajar los índices de mortalidad, que otorgan al tránsito de Mendoza la condición de uno de los más peligrosos del país.
En el panorama que describía este diario, obviamente no se incluían los últimos percances, como por ejemplo la muerte de una adolescente de 14 años, quien perdió la vida cuando intentaba cruzar la mano al Sur del Acceso Sur, entre las calles Anchorena (la del cementerio de Luján de Cuyo) y Azcuénaga (que comunica con Maipú). Tampoco figuraba el percance fatal del choque entre dos camiones de gran porte en la curva de Guido (ruta nacional 7) ni el deceso de un motociclista en la madrugada del lunes 14, embestido por un automóvil que guiaba una mujer de 26 años, en el cruce de las rutas nacional 40 y la provincial 34 (que conduce al centro de Lavalle).
Además, no incorporamos un sinnúmero de otros incidentes carreteros registrados en las últimas jornadas, que si bien graves, afortunadamente no se cobraron vidas humanas.
Pérdida de control del rodado, distracciones en el manejo, pero más que nada exceso de velocidad, figuran entre las principales causas de los hechos narrados.
En el suceso de la menor atropellada en el Acceso Sur, esa vía de comunicación tan congestionada como riesgosa debería tener más cruces aéreos o pasarelas para beneficio de los peatones.
Hasta ahora sólo tiene el paso de transeúntes en altura frente al barrio La Gloria. Desde hace tiempo venimos sosteniendo que una ruta de esas características debería contar, entre el cruce con el Acceso Este y la ruta 40 (monumento al Cóndor) y la calle Azcuénaga (Luján de Cuyo), por lo menos con tres pasarelas más.
Entonces, entre las obras que faltan en rutas y caminos provinciales y nacionales, más la notoria imprudencia con la que asumen la conducción de vehículos algunos mendocinos, la cantidad de fallecidos en siniestros viales en Mendoza sigue siendo una amenaza constante. Julio cerró sumando 80 muertes, mientras que, en comparación del mismo lapso de 2022, los caídos alcanzaban a 73.
“El tema en el que tiene que tomar conciencia la población es que muchas veces los hechos se dan por distracciones o exceso de confianza. Quien maneja debe ocuparse de la conducción y no perder nunca el control”, manifestó Javier López, subjefe de la Policía Vial.
Agregamos a ese atinado comentario que manejar vehículos se ha convertido en un riesgo diario y mientras no se mejore la infraestructura vial, la única forma de contrarrestar los episodios que derivan en lesiones graves o gravísimas, o, lo que es peor en la pérdida de la vida, debería contarse con un aporte voluntario de los usuarios. Nunca habrá tantos efectivos en la vía pública para controlarlos y vigilarlos. La situación debe ser asumida desde una perspectiva personal de responsabilidad, inclusive cuando aún existen todavía muchos conductores que manejan bajo los efectos del alcohol.