La crisis educativa viene de lejos y va para lejos

Así como con la crisis económica persistente estamos liquidando el presente, con la crisis educativa estamos abandonado el futuro, el destino de las nuevas generaciones.

La crisis educativa viene de lejos y va para lejos
Los resultados de las Pruebas Aprender diagnosticaron una crisis en la educación a nivel nacional.

Cuando se carece de soluciones, se deben tener al menos buenas justificaciones. O ver el vaso menos lleno: tras la difusión de los resultados de las pruebas Aprender, catastróficos, por decir lo menos, el análisis del ministro de Educación nacional ha pasado por tres ejes: la pandemia, el gobierno anterior y la menor caída en Matemáticas. Un ejercicio que ratifica la deshonestidad intelectual como el mejor de los recursos de quienes administran la cosa pública.

Los resultados de las Pruebas Aprender diagnosticaron una crisis en la educación a nivel nacional.
Los resultados de las Pruebas Aprender diagnosticaron una crisis en la educación a nivel nacional.

Podría decirse que hemos caído un poco menos que lo esperado si nos atenemos a la mirada alentadora del ministro del ramo sobre las pruebas de Matemáticas. O sea que nos estamos yendo a pique, pero sin apuro alguno; no sea cosa de andar acelerando lo que, sabemos, es inevitable. Y allí están la pandemia y el gobierno anterior cuando ya no se tiene nada para decir.

El gobierno anterior, ya se sabe, hizo lo mismo que todos los gobiernos: a la hora de tijeretear el ajuste, podó fondos por el lado de la educación y la salud, con lo que no fue la excepción a la regla. Pero el dato que nunca se agrega a la discusión es que las autoridades actuales fueron elegidas para mejorar el presente a fuerza de no repetir el pasado. Tal parece que la tarea es ciclópea y ya nadie se esfuerza por emprenderla. Y no hace casi mencionar el atentado educativo que supuso perder más de un año de clases presenciales por causa de una pandemia mal entendida y peor administrada.

Nuestra habitual persistencia en el error nos impide asumir de una vez que a lo largo de las tres últimas décadas hemos deambulado entre experimentos educativos fracasados que fueron pergeñados por teóricos de gabinete enajenados de la realidad, experimentos que hubo que subsanar apelando al recurso estadístico de todos los populismos, como lo es el hacer decir a las planillas lo que la realidad se empeña en contradecir. De tal manera se han fabricado los bajísimos índices de repitencia a fuerza de hacer que nadie repita, de liquidar las materias previas y eliminar los aplazos de las calificaciones “porque son estigmatizantes”.

Más del 40% de los chicos mendocinos de 6º grado no comprenden lo que leen. Foto: Gentileza
Más del 40% de los chicos mendocinos de 6º grado no comprenden lo que leen. Foto: Gentileza

Para completar el combo, se ha permitido que gremios docentes violentos incidan en el calendario escolar con paros interminables, condicionamientos de la currícula, negativa a evaluaciones y a capacitación, y rechazo de la extensión horaria de clases, amén de permitir el adoctrinamiento por parte de docentes militantes. De tal manera, la educación se ha convertido en un enemigo por confrontar. Y se le está dando pelea con todas las armas.

Siete de cada 10 alumnos no comprenden textos y los tres restantes escuchan en silencio estupefacto a Axel Kicillof, el mismo que alguna vez dijo “haiga” y “pudió”, proponiendo una nueva cruzada patriótica a favor del lenguaje inclusivo, lo cual puede ser una causa justa contra el patriarcado lingüístico, pero en boca del gobernador bonaerense se reduce a una chicana política y soslaya el fondo de la cuestión, que es la profunda desigualdad educativa. Así como con la crisis económica persistente estamos liquidando el presente, con la crisis educativa estamos abandonado el futuro, el destino de las nuevas generaciones.

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