En Argentina, hay unos 2.200 chicos en situación de adoptabilidad y unos 2.400 legajos de adultos con intenciones de adoptar. ¿Faltan niños? El problema es que más del 80% de esos menores superan los 5 años, y más del 90% de los adultos inscriptos desean adoptar menores de 5 años.
Tal vez allí, y no en la burocracia, radique la dificultad que normalmente se asocia con el proceso de adopción. Un proceso que debe estar rodeado de una serie de protocolos, porque el Estado está entregando el cuidado de un menor a un adulto soltero o a una pareja. El Estado debe velar por ese niño o adolescente, acompañarlo en el proceso de adopción y supervisar cuestiones fundamentales durante un tiempo.
En última instancia, debiéramos comprender que en el proceso de adopción lo central es el derecho del menor a vivir en una familia, no el derecho de un adulto a ser padre o madre. Por eso mismo es un proceso que atraviesa distintas etapas y no un acontecimiento que ocurre por completo un día determinado.
Desde esta perspectiva, una de las cosas que intenta demostrar Adopten Niñes Grandes es que la dificultad de la adopción emerge del fuerte desbalance que se advierte en la práctica entre lo que busca la mayoría de los adoptantes y los menores en condiciones de adoptabilidad.
La escena que impera en el imaginario social es la adopción de bebés o criaturas muy pequeñas. Pero la mayoría de quienes están al cuidado del Estado forzosamente deben ser más grandes, porque tiene que haber pasado un tiempo razonable entre su nacimiento y el momento en que una agencia estatal decidió protegerlo de una familia disfuncional. Puede haber mujeres que decidan dar en adopción a un recién nacido. Pero en las estadísticas representan una minoría.
En consecuencia, los adultos con deseos de adoptar deben comprender que los niños o adolescentes posibles de ser adoptados, como tienen varios años de vida, vienen con historias e identidades que no se pueden borrar. De hecho, en no pocos casos es la propia Justicia la que pide preservar los vínculos de origen con hermanos, con familiares o con referentes afectivos.
En algunos casos, tras la adopción se rompe todo tipo de vínculo. Pero eso será por decisión de los propios chicos, no de los adultos adoptantes, que deben estar disponibles para cuando los chicos quieran conocer sus respectivas historias y, por ello, deseen mantener buenos vínculos con las familias anteriores.
Organizaciones como Adopten Niñes Grandes nos ayudan a tomar conciencia de que se trata de otra forma de construir una familia.