Poco tiempo atrás, desde esta misma columna, evocamos un hito de trascendencia geopolítica y de soberanía, como fue la creación en 1969 de la Base Vicecomodoro Marambio. Por lo tanto resulta procedente rescatar la reciente concreción de una reunión del sistema científico tecnológico nacional en la Antártida, realizada precisamente en esa locación que antes se llamaba Seymour.
El encuentro además de consolidar una presencia activa del país en la Antártida, se llevó a cabo en la base Marambio, puerta de entrada de la logística argentina en la región y bastión de los campamentos científicos.
En la reunión, a la que asistieron autoridades del Ministerio de Ciencia y Tecnología y del Instituto Nacional Tecnología Industrial (INTI), se presentaron las investigaciones que se ejecutan en el suelo antártico.
“Es un orgullo que todo el sistema científico-tecnológico haya realizado esta sesión en la Base Marambio, reafirmando el trabajo estratégico que llevamos adelante hace muchos años allí”, señaló el presidente del INTI, Rubén Geneyro.
El instituto trabaja en la Base Marambio desde 2013, con desarrollo de proveedores, y en las bases Esperanza y Petrel, y en el refugio Casa Botes.
Asimismo, para profundizar el trabajo conjunto se firmó recientemente un convenio marco de asistencia técnica con el Comando Conjunto Antártico, que es el responsable de conducir las operaciones argentinas en forma permanente y continua en la Antártida.
Las situaciones extremas únicas como las que se encuentran en la Antártida generan desafíos de diseño y desarrollo, y han llevado al INTI a inventar nuevas capacidades tecnológicas. El primer antecedente data de 2013, cuando el organismo participó de dos campañas en la Base Carlini, que es el principal enclave científico argentino, para realizar un relevamiento de las edificaciones emplazadas y elaborar un informe con medidas sugeridas, vinculadas a aspectos constructivos y del estado de las redes eléctricas, provisión de agua potable, manejo de desechos cloacales e instalaciones de protección contra incendios.
Por su parte, la primera experiencia en la Base Marambio se realizó en 2018 al evaluarse las prioridades del lugar, relevándose el consumo energético y diseñándose un sistema (hardware y software) para monitorear de manera remota tanto la temperatura como la humedad.
Por estos y otros aspectos, es muy relevante la investigación científica argentina en la Antártida; sin esa gestión perderíamos gravitación a nivel mundial.
Los estudios en el Continente Blanco son cruciales para entender las variaciones del clima y sus efectos.
La Argentina integra el Comité Científico para la Investigación Antártica, que es la organización encargada de promover y coordinar la investigación científica en Antártida, y de asesorar al Tratado Antártico en temas de ciencia. Con cuarenta y tres países miembros, y nueve uniones científicas internacionales, se considera a ese comité como una pequeña Naciones Unidas de la ciencia antártica.
El país debe hacer todos los esfuerzos necesarios para mantener la presencia de investigadores y su equipamiento en el suelo antártico, no sólo para trabajar en lograr las mejores condiciones de vida de los ocupantes de las bases nacionales, sino para colaborar en la solución de los problemas críticos para la investigación en esta región del globo. Los desafíos alcanzan a temas como el estudio de las conexiones atmosféricas y oceánicas entre la Antártida y el resto del planeta, incluyendo los cambios del nivel del mar, la adaptación de la vida al ambiente y los cambios del del ecosistema antártico.