Después de 46 años, se realizó una nueva reunión del agua de la Organización de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, con la participación de delegados de Latinoamérica. Los delegados fueron más de 10.000, en representación de 170 países (sobre un total de 195).
En el importante conclave se asumieron promesas por parte de algunas repúblicas y quedaron temas pendientes de solución.
El encuentro finalizó con compromisos importantes, como que la ONU tendrá un enviado especial que impulsará los temas del agua con la financiación de Francia, Suiza y Alemania. También con anuncios de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea para donaciones por más de 49 mil millones de dólares para programas de saneamiento en países en crisis, así como acuerdos de estados como Ecuador, Colombia y México que se comprometieron a salvar sus ríos y humedales.
Pese a muchos adelantos en la materia, el estado de alarma y la señal de peligro sigue encendida en muchos rincones del planeta.
“Estamos agotando una fuente vital de la humanidad debido a un consumo excesivo y vampírico”, aseguró Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
Durante tres jornadas, estados, compañías y organizaciones no gubernamentales fueron parte de los más de 700 acuerdos no vinculantes —denominados como la Agenda de Acción para el Agua— que fueron el resultado de la cumbre.
La conferencia, que no se celebraba desde hace más de 40 años, abordó temas urgentes como el acceso al agua de la población mundial, el mejoramiento de las condiciones de saneamiento, y la protección de los distintos ecosistemas de agua dulce.
En coordinación con el capítulo ONU Agua, la iniciativa conjunta de la Asamblea General del organismo internacional, Países Bajos y Tayikistán (la más pobre de las antiguas repúblicas soviéticas) fueron las naciones que lideraron la organización del encuentro. La convocaron los Países Bajos, que viven bajo el nivel del mar, y Tayikistán, país agricultor que enfrenta la escasez de agua.
Entre los convenios destacados figuran los asumidos por países de Latinoamérica. Colombia, México y Ecuador, por ejemplo, junto a un bloque de estados africanos, que se comprometieron a la protección de sus fuentes líquidas: restaurar 300.000 km de ríos y 350 millones de humedales.
Un desafío a escala muy alta, que esperamos se pueda cumplir. Ecuador, además, presentó su plan nacional de 65 millones de dólares para la creación de 21 áreas protegidas hídricas y para programas de irrigación.
Pero, la conferencia no fue el primer paso en la agenda global para el cuidado del vital elemento. El mundo acredita otros compromisos generados en el marco de las Naciones Unidos. Los más destacados son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) firmados en 2015. Por ejemplo, en el punto 6, los ODS señalan que para 2030 todos los humanos deben contar con acceso a agua potable, con inodoros y saneamiento en materia de cloacas. También anunciaron reducir la contaminación del agua, la protección de ecosistemas relacionados con el líquido y el fortalecimiento de la participación de las comunidades locales en el manejo hídrico.
El desafío es muy grande porque al menos 2.000 millones de personas aún no tienen acceso a agua potable y al menos 40% de la población mundial sufre de escasez del líquido.
En nuestro país tenemos aún muchas inequidades en este capítulo: 15% de la población argentina no tiene acceso al agua potable, 40% vive sin cloacas y apenas 20% de las aguas residuales cuenta con un tratamiento en el país.
En Mendoza hay muchos habitantes que carecen de estos servicios elementales, que derivan de una correcta y equitativa distribución del agua.