La grave devastación ecológica que los incendios han causado en Corrientes no se merecía la falta de coordinación entre la Nación y esa provincia. Menos aún el show mediático del ministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni.
Un audio que comenzó a circular anónimamente por WhatsApp advertía sobre el modus operandi del funcionario bonaerense. Quien hablaba se presentaba como uno de sus contactos locales. Afirmaba que se trataba de un operativo mediático.
La comitiva de Berni habría estado integrada por fotógrafos y camarógrafos que registraban sus movimientos más insignificantes –subirse a un helicóptero o a un camión de bomberos–, además de un dron que lo seguía todo el tiempo. El objetivo era mostrarlo en acción, aunque no haya tenido ninguna participación concreta en la lucha contra el fuego.
Más allá de que el denunciante no se identificó en ningún momento, en las redes sociales del propio Berni es posible observar gran cantidad de fotos y de filmaciones de calidad profesional que avalan la denuncia.
Ante las críticas, Berni hizo declaraciones en dos sentidos contrapuestos, pero igualmente insustanciales. Por un lado, aprovechó para identificar a quienes lo censuraron como políticos “inoperantes y miserables” que no hacen nada y critican a quienes sí hacen. No dio nombres ni mostró pruebas, por supuesto.
Por otro lado, justificó su presencia en la colaboración solidaria que dispuso el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. “Nos han dado la responsabilidad de colaborar aquí, a lo largo de la ruta 14. Hemos venido con los mejores hombres y mujeres de la provincia. Tenemos más de 300 brigadistas”, explicó.
Es cierto que Buenos Aires desplegó una ayuda importante en terreno. Pero también lo hicieron Mendoza, Córdoba, Santa Fe, San Juan, Chaco y Entre Ríos, entre otras provincias, así como Brasil, tanto desde el gobierno federal como desde el gobierno estadual de Rio Grande do Sul. Sin embargo, no hubo funcionarios de esas jurisdicciones sacándose fotos y filmándose en cercanías del fuego.
En paralelo, tras dos semanas de fallida comunicación entre el gobernador correntino, Gustavo Valdés, y Juan Cabandié, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, el mandatario provincial decidió hablar con el presidente Alberto Fernández.
Cabandié, recordemos, acusó a Valdés de rechazar la ayuda de Nación; además, a pesar de que ya se habían quemado unas 300 mil hectáreas, no desistió de acompañar al Presidente en su visita a Barbados.
Valdés retrucó que Cabandié había demorado una respuesta acorde con la dimensión del fuego –el primer y tardío envío habría involucrado apenas a ocho brigadistas–; y parafraseando a Cristina Fernández, se refirió a “funcionarios que no funcionan”.
En medio de estas innecesarias discusiones, en Corrientes se quemaron más de 800 mil hectáreas y el sistema productivo perdió unos 40 mil millones de pesos.
Una catástrofe ecológica que incluso ha requerido brigadas para rescatar animales, así como hospitales específicos para atenderlos.
Una situación extraordinaria, en suma, que demandaba una conducta ejemplar de toda la dirigencia política, y no estas mezquindades donde cada uno quiere salvarse solo.
