Las principales potencias mundiales siguen atentamente el escenario bélico en Medio Oriente luego del importante ataque de Irán a Israel con drones y misiles y la reciente respuesta israelí también sobre objetivos puntuales.
Debe tenerse en cuenta que el primer ataque iraní no tuvo mayor efectividad por el buen accionar del sistema de defensa aérea israelí y la colaboración rápida y estratégica de Estados Unidos y otros países aliados para salir al cruce de la acción de Teherán.
La incursión iraní era esperada. La habían advertido los servicios de inteligencia de las principales potencias.
Irán fundamentó la acción en respuesta y represalia por el ataque perpetrado días antes contra la embajada de ese país en la capital de Siria, acción en la que murieron varios jefes militares iraníes.
Se le atribuyó a Israel esa operación.
Más allá de interpretaciones y justificaciones, la respuesta militar de Israel al ataque aéreo reciente era inminente y se llevó a cabo.
Pese al pedido de mesura de sus aliados, temerosos de una reacción que pueda desatar una amplia escalada bélica en Medio Oriente, el primer ministro Benjamín Netanyahu, luego de agradecer las sugerencias de las autoridades amigas, sostuvo enfáticamente que su país tiene derecho a decidir cómo responder al reciente ataque iraní. Y así lo hizo.
No cabe ninguna duda, por otra parte, de que el potencial que Israel tiene en armamento le otorga confianza en cuanto a la garantía de efectividad que estima para hacer frente a un país que, como Irán, domina estratégicamente la organización y acción de grupos terroristas en toda su zona de influencia.
Pero lo que nadie puede vaticinar es qué tipo de defensa puede haber y cuánto puede llegar a durar semejante escenario.
La preocupación por lo que pueda ocurrir de ahora en más se hace extensiva al ámbito europeo.
Antes de la respuesta israelí, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pidió en un reciente cónclave de líderes de la Unión Europea aumentar sanciones contra productores de drones y misiles iraníes por la transferencia de tecnología para su adaptación por parte de Rusia en sus acciones bélicas en Ucrania.
Tras el ataque inicial iraní del domingo, Israel e Irán cruzaron acusaciones muy fuertes durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU convocada de emergencia. Como suele ocurrir, no se llegó a ninguna resolución, a pesar de que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, alertó que la región en conflicto se encuentra “al borde del abismo”.
Un incierto panorama que se suma al drama generado en poblaciones vulnerables a las consecuencias de la confrontación, como es el caso de Gaza, centro de operaciones de la organización terrorista Hamas, que encendió la nueva chispa de conflicto con su criminal ataque a Israel a comienzos de octubre último.
En ese caso, la reacción israelí en territorio de Gaza, con la intención de eliminar lisa y llanamente a dicha organización terrorista, generó una crisis humanitaria de proporciones que no se ha podido controlar pese a esfuerzos de parte de la comunidad internacional.
La urgencia en la aparición de mentes claras que permitan lograr una mínima pacificación radica en las características políticas de Irán, un país gobernado por una teocracia fundamentalista que pretende erradicar al Estado judío de la faz de la Tierra.
Y también en el eterno afán de subsistencia de Israel, que en estos tiempos tiene la ventaja de poseer una envidiable fortaleza armamentista.
