El abordaje de la pandemia de Covid-19 en esta nueva ola de contagios se presenta sumamente complicado desde lo político.
Hay notorias desinteligencias en el oficialismo a nivel nacional que, de acuerdo con lo dispuesto por el Presidente de la Nación el miércoles, estarían demostrando la real existencia de internas y pulseadas entre dirigentes o sectores.
Esto lleva a que cada paso que se da desde la gestión, tanto nacional como de las provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires, saque a la luz posturas diferentes y muy difíciles de conciliar.
En nuestra provincia, por ejemplo, la prórroga de la emergencia sanitaria también fue demostrativa de la influencia de las mezquindades en la política.
El jueves, el Presidente reconoció que algunas de las medidas que dispuso aplicar un día antes fueron de su entera responsabilidad y no el resultado de consensos.
Lo lamentable es que se trató de decisiones de fuerte impacto social, que generaron una rápida reacción de sectores de la población, como la suspensión de la enseñanza presencial durante 15 días en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Horas antes del mensaje presidencial el ministro de Educación de la Nación aseguraba que no estaba previsto cerrar las escuelas nuevamente. Pero es muy probable que la mayoritaria inclinación gremial docente a favor del cese de la presencialidad por los contagios termine influyendo en las demás jurisdicciones, generalizando un conflicto.
Tampoco fueron afortunadas las citas del jefe del Ejecutivo sobre el sistema de salud.
De ninguna manera se puede decir que médicos y personal de enfermería se relajaron porque en meses de menor contagio de coronavirus se ocuparon camas y quirófanos para otras necesidades.
La extensa cuarentena obligó a la postergación de cirugías que en algún momento, como es del todo lógico, debieron concretarse.
Siempre con respecto al tema sanitario, de acuerdo con lo dicho por Alberto Fernández el miércoles pareciera que la totalidad de las camas de terapia intensiva debieran estar destinadas a pacientes con Covid-19, sin tenerse en cuenta que siempre se presentan casos de personas con urgencias por riesgo de vida o enfermedades crónicas que requieren de atención que no es fácil postergar.
Como consecuencia del citado mensaje presidencial, la jornada del jueves transcurrió entre el disgusto de mucha gente y aclaraciones de funcionarios nacionales sobre el supuesto alcance de las medidas anunciadas, señalándose, entre otras cosas, que el aula no es el principal lugar de contagios y que las Fuerzas Armadas, a las que también recurrió el Ejecutivo nacional para asegurar las restricciones dispuestas, de ninguna manera estarán destinadas al control de la ciudadanía.
Con medidas inconsultas o parcializadas por algunas influencias partidarias del oficialismo será muy difícil para el Gobierno poder conducir una situación que se le está yendo de las manos.
Se deben extremar los esfuerzos por dialogar, acordar y unificar decisiones, como se hizo un año atrás.
La experiencia adquirida debería lograr adoptar medidas útiles para la emergencia sin necesidad de alterar el ánimo de una población agobiada.
Vienen meses complicados en los que será necesario una conducción competente desde las áreas de gobierno en vez de meras divisiones.