Es de máxima importancia la conservación y ampliación de las rutas de la provincia para optimizar las funciones logísticas internacionales, nacionales y provinciales.
Mejorar el estado de las rutas no sólo otorga beneficios a nivel de conectividad entre lugares, sino que además permite reducir los siniestros viales y las muertes. La relación entre incidente fatal o muy grave con el estado de la carpeta asfáltica, es alta, peligrosamente alta.
El deterioro actual de la red vial es muy grande, y deja muy atrás esa Mendoza que gozaba de una bien ganada fama por sus buenas carpetas de rodamiento.
Por ello, resulta muy atinado el uso de fondos de Portezuelo para arreglar por lo menos dos rutas del mapa caminero local.
El Gobierno provincial realizó diversos llamados a licitación para mejorar dos caminos que conectan el este provincial con el sur de territorio, que son las rutas 153 y 171, y que actualmente están completamente deterioradas. En total, se prevé una inversión de $39.428 millones, que saldrán de los fondos del resarcimiento por la Promoción Industrial, que iban a destinarse a la fallida obra de Portezuelo del Viento (Malargüe), y de los que Mendoza cuenta con U$S 1.023 millones.
En material vial, cuando se ejecuten estos dos emprendimientos, se habrá solucionado un aspecto de las deficiencias camineras que padecemos los mendocinos.
Otro progreso en la materia se conseguirá con la habilitación de la remodelación y ampliación de la ruta provincial 82, que la convertirá en una moderna autopista, en el oeste de Luján de Cuyo. Los trabajos llevan casi cuatro años y se estima que aún falta otro año de ejecución.
También se debe mencionar la mora en modernizar la ruta a Chile por el complejo Libertadores. La ruta nacional 7, entre el cruce con la 40, distrito de Perdriel, hasta el límite con Chile, recorre 179 km que están en mal estado en distintos puntos de esa extensión. Pozos, otras imperfecciones y obras inconclusas, entre otros males son causantes de accidentes de tránsito.
Demasiado riesgo para una vía de comunicación por la que pasan alrededor de 850.000 vehículos por año. Debe encararse una obra integral, de gran aliento, que termine con todos los contratiempos del principal corredor bioceánico para el transporte terrestre de cargas y pasajeros entre Argentina y Chile. Es obra nacional, pero el gobierno local debe insistir.
Hay otras situaciones que atender, por ejemplo, con la deformación en la carpeta asfáltica de los accesos Este y Sur, ondulaciones que en velocidad o por un descuido, tornan inmanejable al automóvil, por unos instantes.
El acceso Norte se encuentra mal conservado, y a partir del aeropuerto internacional hacia el norte, la ruta en construcción, se presenta bastante complicada.
Para añadir hay que señalar que una porción importante de las calles del Gran Mendoza está muy deteriorada, en general. Con poco mantenimiento, y diversas roturas por obras de agua y otras.
Los municipios invierten partidas importantes en bacheos y otros arreglos, cuando las necesidades de los usuarios son disponer de mejoras más permanentes en las calzadas que utilizan.
También debe entrar en debate la posibilidad de pavimentar las calles con plásticos sustentables, como ocurre en otras partes del mundo.
En una propuesta que por lo menos debería estudiarse ante la evidente necesidad de renovación de las calles y rutas de Mendoza, algunas de las cuales se encuentran en un estado crítico.
