Las mujeres no disponen, en general, de las mismas oportunidades que los hombres para desarrollar una profesión científica y progresar en ella, sobre todo en lo que concierne a la conducción de institutos y universidades. Conforme se avanza hacia puestos más altos en los escalafones académicos o profesionales, la proporción de mujeres es cada vez menor.
Ese desequilibrio era muy pronunciado hace algunas décadas y en la actual coyuntura, aunque persisten algunas inequidades, hay realidades que marcan alguna mejoría.
Por eso es un gran cometido tratar que el desequilibrio entre mujeres y hombres en el mundo de la ciencia y la tecnología, se vaya achicando.
Contribuye a ese propósito los reconocimientos derivados del último Premio L’Oreal-Unesco (edición 16ª) “Por las mujeres en la Ciencia”.
La ganadora fue la investigadora del Conicet y oriunda de Córdoba, Carla Eugenia Giacomelli, por su labor en el desarrollo de biomateriales que inducen la regeneración ósea, como miembro del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Físico Química de Córdoba de la Universidad Nacional de Córdoba. Mientras que la Categoría Beca correspondió a la doctora Guillermina Amica, perteneciente al Conicet en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) por su proyecto “Conversión de CO2 (dióxido de carbono) para la generación de gas natural sintético empleando materiales formadores de hidruros”.
Los fundamentos del galardón tienen como meta distinguir la excelencia científica, a la vez que promover y estimular la participación de las mujeres en el ámbito de la investigación.
La iniciativa de esta edición del premio tuvo por lema “La ciencia cambia el mundo, ellas las reglas. El mundo necesita ciencia, y la ciencia necesita mujeres”. Hasta el momento, desde su inicio el premio reconoció a 52 mujeres científicas de diferentes provincias y ciudades del país.
La cordobesa Giacomelli sostuvo, tras recibir la distinción, que “el premio sirve para demostrar que las mujeres también podemos investigar en fisicoquímica. Me parece que, además, visibilizar el trabajo de una mujer que hace ciencia en el interior del país, y que nació en el interior de la provincia de Córdoba, muestra que es posible hacerlo y puede permitir que adolescentes y jóvenes se atrevan a iniciar el fascinante camino de la ciencia”.
Se ve que en un campo profesional donde todavía prevalecen algunos estereotipos y obstáculos en materia de género, también se originan cambios y se abren nuevas perspectivas.
Es lo que piensa la otra ganadora, Guillermina Amica, al referirse a su trabajo: “Las mujeres que intentamos combinar la actividad profesional con la maternidad muchas veces nos encontramos con dificultades. No obstante, en mi caso, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), cuenta con un jardín de primera infancia, que sin duda me permitió poder combinar ambas facetas de mi vida”.
Será esperable entonces que las autoridades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y de los distintos núcleos de investigación del interior, como, por ejemplo, el sistema científico provincial, apoyen decididamente la presencia femenina en los campos de la ciencia, la tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas.
El aumento de la participación femenina en esos saberes es clave para abordar los principales desafíos globales, como el cambio climático, sobre todo porque se contribuye a una mejor comprensión de los impactos de éste en la sociedad, y en el caso particular de Argentina, ayudar a desarrollar respuestas eficaces y posibles en los problemas ambientales y de crecimiento que padece el país.
