El gobierno nacional viene atravesando una etapa crítica como producto de fuertes desinteligencias en el frente político que lo integra.
En ese marco, durante la semana la vicepresidenta de la Nación, líder del espacio interno que más condiciona la acción del Presidente de la Nación y de varios de sus colaboradores, pronunció un encendido discurso con el que aportó directamente a la inocultable campaña de cuestionamientos públicos a decisiones estratégicas del Poder Ejecutivo.
En la reunión inaugural de la Asamblea Parlamentaria Euro Latinoamericana (EuroLat), Cristina Fernández de Kirchner excedió claramente los límites formales en su carácter de anfitriona (el Senado Nacional, que preside, fue el responsable de la organización del encuentro) al emitir conceptos que quedaron relacionados con la apuntada turbulencia en la estructura de poder nacional.
“Que te pongan una banda y que te den el bastón no significa que tengas el poder”, señaló la Vicepresidenta ante un auditorio colmado por militantes y seguidores del kirchnerismo, que desbordaron largamente el espacio destinado a los legisladores participantes del encuentro.
Las interpretaciones conducen a deducir que lo dicho fue en directa alusión a la figura del presidente Alberto Fernández, con el cual mantiene diferencias notorias en estos momentos, pero al que ella propuso en soledad en su momento para el cargo que hoy ostenta.
Por otra parte, es criticable que se relativice el sentido de los símbolos del ejercicio del poder.
La banda y el bastón presidenciales constituyen una tradición que representa la delegación de la confianza del pueblo en la persona elegida mayoritariamente para conducir los destinos del país, como también el traspaso democrático de esa responsabilidad, algo que Cristina Fernández de Kirchner no realizó cuando le tocó traspasar el mando republicano a su sucesor, Mauricio Macri, en diciembre de 2015.
Pero todo no quedó ahí. La Vicepresidenta fue también ovacionada por sus seguidores por las propuestas que lanzó a los parlamentarios que la escuchaban, resultando muy comprometida su alocución con respecto a la posición que adoptan las potencias mundiales de cara a los conflictos bélicos.
En este último aspecto cuestionó “el doble estándar de las potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, que repudian algunas guerras que les convienen y otras no”.
Lo suyo fue claramente invasivo de las decisiones del Ejecutivo, en momentos en los que la Argentina, en una postura muy atinada, votó por la suspensión de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU a raíz de su acción en Ucrania.
Después de haber participado del evento, un grupo de parlamentarios de la Unión Europea calificó de “bochornoso” el discurso de la Vicepresidenta argentina, a la que acusaron de usar la asamblea internacional como un mitin político, lo que realmente fue si nos atenemos a los calificativos que utilizó y a la permanente reacción tribunera de sus seguidores, que conformaron una amplísima mayoría en el recinto principal del Centro Cultural Kirchner.
Pálida imagen para las instituciones de nuestro país a raíz de las pujas internas de un gobierno que parece querer erosionar su poder por no controlar sus propios desatinos.
Que un mismo gobierno pretenda ser a la vez oficialismo y oposición es claramente un dislate.