Los conflictos bélicos en distintas regiones siguen provocando pérdidas humanas y materiales considerables mientras buena parte de la dirigencia política y diplomática internacional observa con bastante impotencia los desenlaces.
Uno de los lugares más sometidos es Ucrania, que soporta la ya extensa y destructiva invasión de Rusia, que en estos dos años largos de guerra ganó territorios y parece no tener límites en cuanto a sus pretensiones de expansión. Recientemente, hubo ataques de alto calibre que dejaron 33 muertos en la capital, Kiev. Lo más lamentable es que los misiles rusos alcanzaron al Hospital Nacional Infantil Especializado de esa ciudad, el centro pediátrico más grande de Ucrania. Además, fue afectado otro centro asistencial.
Previamente se habían producido bombardeos en el norte y este del país provocando, también, bajas entre civiles y cortes en los servicios de electricidad y agua debido al ataque puntual a centrales energéticas y de servicios.
Luego de un prolongado silencio hubo reacción desde Naciones Unidas a través de su principal responsable, el secretario general, Antonio Guterres, que a través de un portavoz señaló que los mortíferos ataques misilísticos “son particularmente chocantes”, además de recordar que dirigir ataques contra civiles y sus bienes se encuentra prohibido por el derecho internacional humanitario “y cualquier ataque de este tipo es inaceptable y debe cesar de inmediato”.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos también se manifestó con energía ante el repudiado ataque de Moscú. Joe Biden habló en vísperas de una estratégica cumbre de la OTAN en la que el tema de la guerra forzada por Rusia en Ucrania estará en consideración una vez más. Es que Occidente debe redefinir su estrategia para proveer a las milicias ucranianas del armamento que requiere para contrarrestar los ataques rusos.
Sobre la postura de la OTAN hay cada vez más expectativa ante las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Es que se sabe que el candidato republicano, Donald Trump, tiene una particular mirada sobre la guerra generada por Putin y se teme que, como ya anticipó, se muestre reticente a seguir ayudando a las fuerzas de Ucrania si accede por segunda vez a la presidencia de EEUU.
Justamente en coincidencia con el comienzo de la cumbre en la que la OTAN celebra sus 75 años, Trump reclamó públicamente que los miembros europeos de dicha organización paguen, como mínimo, la misma cantidad que Estados Unidos destina para el apoyo militar a Ucrania.
Además, se teme que un eventual retiro estadounidense, en cuanto al apoyo a Ucrania, genere una sensación de vulnerabilidad en Europa Occidental ante la siempre amenazante posición de Rusia con respecto a su expansionismo.
El cuadro es realmente dramático. Ucrania ha sufrido desde el inicio de los ataques y la invasión un tremendo deterioro en sus principales ciudades y en aspectos estratégicos de su infraestructura. El presidente Zelenski vienen planteando desde hace varios meses su inquietud por la falta de definiciones estratégicas de los países occidentales que están en contra de la belicosa postura rusa.
De todos modos, la resolución se observa por el momento lejana y a la vez difícil de conseguir. Forzar negociaciones de paz con el líder ruso Putin puede llegar a incluir el reconocimiento por parte de Ucrania de la ocupación en zonas de gran impacto en el este y sur ucraniano, moneda de cambio que con total razón el gobierno de Kiev se niega a admitir.
