En tiempos electorales las apreciaciones fuera de lugar suelen tener mayor repercusión, especialmente cuando el descreimiento social hacia las autoridades, hacia los dirigentes políticos en general, va en aumento, como parecen indicar distintas encuestas y sondeos de opinión que se vienen realizando día a día.
En ese marco encontramos las desafortunadas declaraciones periodísticas de la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, que al ser consultada sobre los argentinos que eligen buscar destino en el exterior, entre otras cosas, por la inseguridad reinante aquí, sostuvo que “Suiza es más tranquilo (en cuanto a seguridad), pero más aburrido. Hay que tratar de hacer este país lo mejor posible”.
Fue un inoportuno ejemplo comparativo de la funcionaria nacional, ya que en ningún momento quien le pidió la entrevistó, la indujo a semejante reflexión.
Obviamente hubo varias voces que repudiaron el ejemplo y la comparación que efectuó la ministra de Seguridad, entre ellas la del titular de dicha área en la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, quien, por otra parte, suele mantener públicamente diferencias importantes con las estrategias nacionales en el combate del delito, lo cual sorprende bastante porque se trata de funcionarios de un mismo espacio partidario.
Además, el incremento de los hechos delictivos en los últimos tiempos es realmente significativo, en especial en los lugares más populosos del país.
Y el conurbano bonaerense es uno de los territorios de mayor riesgo para cualquier poblador de buena voluntad.
De lo expresado por la funcionaria se puede llegar a interpretar que para ella los traumáticos sucesos que a diario registran las cámaras de seguridad (muchas del servicio público y muchas aportadas por particulares), de las que se valen los medios televisivos para sus crónicas sobre la ola de delitos, son simpáticos, entretenidos y esperados por quienes a diario resultan víctimas del delito instalado. Obviamente, ello no es así. Por eso resultaron tan desafortunadas las comparaciones efectuadas.
Justamente, lo que muchas veces muestran esas cámaras de seguridad es el grado de ineficiencia del Estado para prevenir tantos sucesos violentos.
Por lo menos, gracias a la actual tecnología queda algún tipo de consuelo de la ciudadanía: nadie puede poner en duda la gravedad delictiva que se vive.
De todos modos, hay muchísimos lugares en lo que no hay cámaras y donde los robos, asaltos o secuestros tienen otro tipo de abordaje en el plano policial y también en el judicial.
Agradar a la gente, al ciudadano que todos los días sale de su casa para cumplir con sus obligaciones, sea cual fuere su condición social o económica, no pasa solamente por expresarse con conceptos supuestamente simpáticos, pero tan a destiempo y a contramano de la realidad que terminan en una irritante ironía, como le sucedió a la ministra Frederic.
La seguridad de la población, como la salud, la educación y la administración de justicia, debe ser una prioridad para quienes administran el Estado.
Con más razón en un país en el que el flagelo de la delincuencia va en aumento mientras las respuestas no llegan a tiempo.