El pasado 15 de agosto, la provincia celebró el Día del Árbol, una tradición que afortunadamente se viene cumpliendo desde 1934.
La conmemoración coincidió con la premiación internacional que recibió el Unicipio, el organismo que coordina las políticas públicas de siete municipios del área metropolitana.
Se trata de reconocimientos al hecho de presentar un mapa con los forestales georreferenciados y unir voluntades más allá de las distintas pertenencias políticas de las municipalidades involucradas.
Meses atrás la provincia había recibido el galardón de la Organización de Naciones Unidas (ONU), denominado Tree Cities of The World (Ciudades Arbóreas del Mundo).
Una de las menciones se refiere a que el Gran Mendoza dispone de un mapa con 615.832 árboles georreferenciados (fotografiados, diagnosticados y descriptos en su especie).
Un valioso recurso que reconocemos y que sería propicio que se siga extendiendo a otras regiones que conforman los oasis mendocinos.
Se ha repetido hasta el cansancio que Mendoza sin el árbol sería inviable y por eso hay que insistir, más allá de las premiaciones, debe continuar y acentuarse la conservación, el cuidado y la forestación de todos y cada uno de sus ejemplares.
Sólo en 2023 se plantaron 21.532 árboles y se invirtieron más de US$6.000.000 y 2.000 horas de trabajo en tareas de replante, conservación y forestación. Está muy bien y el ciudadano lo aprecia, pero nunca será poco todo lo que se pueda hacer por el patrimonio forestal.
Debe aplicarse en todos los rincones del territorio la Ley 7.874/2008, que reglamenta las acciones para conservar, proteger, preservar y desarrollar el arbolado público, a través de los municipios, organismos nacionales y provinciales y con el respaldo de la comunidad y grupos científicos. En este último renglón son inapreciables los servicios que presta a la comunidad las investigaciones que sobre el árbol se efectúan en el Centro Científico Tecnológico-Conicet Mendoza. También los que prestan los centros privados, como la Universidad de Mendoza (UM).
El arquitecto Mario Alba, titular de la cátedra de Ambiente y Paisajismo de la Universidad de Mendoza, fue categórico en una entrevista con el diario El Sol, en julio de 2023: “Más del 90% del arbolado público -dijo- está mal implantado. Por la poca profundidad, el cepellón de las raíces es poco estable y a eso se le suma una copa muy alta y otros problemas colaterales como la falta de agua, exceso de poda por el tema del cableado que se ha desatado en los últimos 25 años”.
Tenemos una magnífica ciudad bosque, pero ni por un instante funcionarios y administradores de los asuntos públicos deberían descuidarse con el tema árbol.
Por otra parte, hay que asegurar el riego, que en muchos sectores es deficitario. Sigue faltando irrigación y personal de mantenimiento para encausar esa tarea. Hay lugares de la ciudad capital que a los sufridos vegetales no les llega nada de humedad y hay cuadras en los que no se ha replantado tras la eliminación de ejemplares. Son arterias que en este verano que se aproxima tendrán una fuerte y severa insolación.
Además, en muchos lugares se está urbanizando con acequias a puro hormigón, estructuras en las cuales los nichos para que llegue agua a las raíces, no son los adecuados.
Sí, es verdad, tenemos “ciudades verdes” y las tenemos porque, en general, ha triunfado la protección y el respeto por los ejemplares, una característica que acumula doscientos años.
Sin embargo, el cuidado de nuestro valioso patrimonio tiene que redoblarse y las jóvenes generaciones deben tomar el desafío y mejorarlo.
