El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sorprendió a su país y al mundo al referirse explícitamente a su antecesor, Donald Trump, con relación al histórico y vergonzoso asalto al Capitolio del 6 de enero del año pasado, pocos días antes del traspaso presidencial.
Trump, que negó en todo momento la derrota electoral por su reelección en manos del demócrata ahora presidente, quedó sospechado de haber estado al tanto de la estrategia de ataque a la sede del Parlamento de Estados Unidos, perpetrado por personas adictas a los sectores republicanos que le responden.
Biden fue categórico: “Durante tres horas el derrotado ex presidente de Estados Unidos vio cómo sucedía todo sentado en la comodidad del comedor privado junto al Despacho Oval”.
“Los policías fueron héroes ese día. A Donald Trump le faltó coraje para actuar. No se puede ser pro insurrección y pro policía. No se puede ser pro insurrección y pro democracia”, enfatizó el primer mandatario en la Conferencia de la Organización Nacional de Directivos Negros de las Fuerzas del Orden, del país del Norte.
Al definir a la toma del Capitolio como un “infierno medieval”, el presidente Biden elogió a los agentes del orden que “derramaban sangre en medio de una carnicería protagonizada por una turba enloquecida que creyó las mentiras” del entones primer mandatario republicano.
Debe recordarse que en esa oportunidad marcharon contra la sede parlamentaria unas diez mil personas que simpatizaban con Trump, de las cuales cerca de 800 ingresaron al edificio, dejando un saldo de cinco muertos y unos 140 agentes policiales heridos.
Buscaban los fanáticos movilizados impedir que el Senado estadounidense avalara el resultado electoral que le otorgaba la sucesión presidencial a Biden.
Todo en el marco de la férrea resistencia de los adictos a Trump a lo que consideraban un fraude.
Por ello, resulta muy trascendente la directa referencia de Biden a un suceso que puso en jaque la solidez institucional de EEUU y que condujo a un estado de alerta y preocupación generalizado.
El actual presidente sí se había manifestado a favor de los valores democráticos en su discurso de inicio de mandato, señalando en aquella oportunidad que la democracia es como un bien de gran valor, pero frágil, y que, por lo tanto, debe ser tratado siempre con sumo cuidado.
Pero esta directa alusión a las actitudes de su adversario lo comprometen como celoso custodio del sistema vigente en su país camino a las elecciones de medio término, que pueden alentar a Trump a volver a pelear por la Presidencia, como ya ha insinuado más de una vez.
Esta actitud del presidente estadounidense también debe servir para que otras sociedades de la región presten atención ante eventuales procesos desestabilizantes.
Sirva como ejemplo Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro alertó sobre un posible fraude a favor de su contrincante opositor Lula Da Silva en las próximas elecciones de octubre.
Y, por qué no, nuestro país, ante el “golpismo” con el que el oficialismo busca definir las críticas al desacertado rumbo de su gestión para sacarse de encima su responsabilidad.