Reforestar, llave para una Mendoza más sustentable

La reforestación es una alternativa para revertir la desertificación, y en provincias como la nuestra replantar árboles es una cuestión de primerísima urgencia. Irrigación ha procedido con un replante de árboles en una zona del norte provincial, que debe ser mirado como una acción a imitar en otros puntos del territorio.

Reforestar, llave para una Mendoza más sustentable
Reforestación: se plantarán 756 árboles en una obra que Irrigación inauguró en marzo

Los mendocinos conocemos bien los beneficios de poseer árboles en nuestras ciudades y en los ambientes rurales.

Lo sabemos por defecto, cuando se caen ejemplares o se deforesta un sector del territorio, y perdemos el servicio ecológico de aliados vegetales.

En otras circunstancias los apreciamos y nos beneficiamos por sus múltiples bondades.

No sólo producen oxígeno, purifican el aire, facilitan la formación de suelos fértiles, evitan la erosión, captan agua para los acuíferos, sirven como refugios para la fauna y reducen la temperatura del suelo y regeneran los nutrientes del suelo.

Por todo ello hay una permanente dedicación a protegerlos y a estimular que más zonas de los oasis de la provincia reciban el aporte de árboles, especialmente en los sectores urbanos.

Aunque no se reforesta con la intensidad y cantidad que desearíamos, hay ejemplos que merecen ser destacados e imitados.

Recientemente el Departamento General de Irrigación (DGI) implantó ejemplares a la vera de una obra que fue inaugurada en el mes de marzo.

Los trabajos comenzaron en coincidencia con el pasado Día Provincial del Árbol, en la Hijuela Esteban (límite entre Las Heras y Lavalle).

La reforestación cubrió todo el perímetro del reservorio de la hijuela Esteban, y de esa forma se dieron los primeros pasos para que en ese lugar se forme un bosque. Esta obra se ubica al norte de la provincia de Mendoza, principalmente en los distritos de El Algarrobal, El Borbollón, El Pastal (Las Heras) y Jocolí Viejo (Lavalle).

El espejo de agua es el doble más grande que el del lago del Parque General San Martín (1 km de largo por 100 m de ancho y promedio de 2 m de profundidad).

En total, cuando termine toda la operación, se habrán plantado 756 forestales, entre aguaribay y álamos. El primero es una especie muy interesante para una zona semiárida como es Mendoza, muy apto para colocar a los costados de caminos, corrección de cuencas, manejo de erosiones hídricas y parquizaciones. Del álamo, los mendocinos tenemos también mucha información por ser muy común y abundante, generador de hermosas alamedas que caracterizan muchos sitios de la provincia, que por ese aporte forestal se han convertido en postales paisajísticas.

Se reconoce el aporte de Irrigación para dinamizar la cultura del árbol en el suelo que habitamos.

La repartición posee un protocolo que se cumple de manera en cada obra hídrica y en tal sentido acredita una preocupación de larga data sobre el arbolado. En 1935, creó, dentro de su estructura, la sección Agronómica. Entre los fundamentos se destacó la obligación de un censo de cultivos para determinar coeficientes de riego. Determinó asimismo que los trabajos en los diques tendrían por principal objetivo la producción de forrajes y formación de viveros forestales destinados a la provisión de plantas a los cauces.

Entonces, el ente rector del agua aporta de manera concreta a la cultura del árbol que nos caracteriza.

Su política de gestión referido al forestal debe ser imitada por los municipios y otras reparticiones provinciales, dentro de las posibilidades de cada organismo, pero tendiendo a la mayor reposición posible.

Por numerosos factores perdemos cada año miles de forestales en nuestra geografía y por eso la conclusión es que debemos ser más enérgicos y periódicos con los procesos de reforestación, para mantener las condiciones ecológicas del ambiente. Reforestar, es la llave para una Mendoza más sustentable.

Un legado que nos viene, entre otros factores, del legendario gobernador de Mendoza, José Francisco de San Martín, quien hizo la primera plantación sistemática de ejemplares en la Alameda, a principios del siglo XIX.

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