El lunes se inicia en Alemania la cumbre anual del Grupo de los 7 (G-7), organismo que nuclea a países con importante poder económico: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Japón y Canadá.
La cumbre del año pasado, en Inglaterra, tuvo la intención de dejar en marcha una importante apuesta de las grandes potencias económicas: la reconstrucción global de infraestructura y bienes generales en los países más afectados por la crisis económica derivada de la pandemia.
Por otra parte, aquel cónclave marcó el regreso de Estados Unidos a la búsqueda de su función de líder de la diplomacia global a partir de la asunción de Biden como presidente, luego de lo que constituyó una turbulenta relación estadounidense con el resto del mundo desarrollado durante la presidencia de Trump.
Sin embargo, las circunstancias cambiaron rotundamente y, por lo tanto, se espera que en esta nueva cita los líderes de los siete países integrantes del organismo discutan y anuncien nuevas medidas tendientes a presionar a Rusia por su decisión de invadir Ucrania, con todo lo que significó esa acción bélica humanitaria y económicamente. La preocupación de las grandes potencias tiene asidero, ya que las sanciones impuestas a Rusia como represalia por su invasión tienen fuertes repercusiones en las respectivas economías, en especial por el aumento en el precio de los combustibles, lo que genera múltiples derivaciones económicas.
En esta oportunidad estará presente el presidente argentino, Alberto Fernández, especialmente invitado por el anfitrión, el canciller alemán, Olaf Scholz. Un buen gesto del líder alemán luego de la visita que efectuara el primer mandatario de nuestro país en los primeros días de mayo como parte de una gira europea.
Lo llamativo es que cuando pise suelo alemán, Fernández ya habrá tenido participación en forma virtual con la XIY Cumbre de Jefes de Estado de los Brics, grupo de 6 países que integran Rusia, Brasil, India, China y Sudáfrica, con los que la Argentina mantiene una alianza estratégica.
Sin duda, una nueva postura incómoda para la diplomacia argentina en lo que se refiere al vínculo con Rusia. Cabe recordar que pocos días antes de la invasión a Ucrania, el presidente Fernández mantuvo una muy cordial reunión con su par Vladimir Putin, en Moscú. En aquellos días el despliegue militar ruso en las fronteras con Ucrania anticipaba claramente lo que pocos días después ocurriría. Sin embargo, Fernández ignoró esa situación y hasta se atrevió a ofrecer a nuestro país como puerta de entrada para Rusia en esta parte del mundo.
Vaivenes de la política exterior argentina del kirchnerismo, que sigue gozando de la tolerancia de los países con democracias consolidadas pese a su constante coqueteo con regímenes autoritarios.
