Se ha recordado recientemente del Día Internacional de la Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, una problemática que resulta inaudita en un mundo donde muchas personas padecen hambre.
Según el último informe del Fondo Mundial para la Naturaleza, sobre esta temática -titulado “Enviando a la basura”- a nivel mundial se pierden alrededor de 2.250 millones de toneladas de alimentos al año, por el desperdicio en los establecimientos agropecuarios, en los comercios minoristas, en los servicios de alimentación y en los hogares. Gravita también la merma que ocurre en las etapas de transporte, almacenamiento, fabricación y procesamiento.
Estas estimaciones indican que, de todos los alimentos cultivados y producidos, un 40% no se consume y termina en la basura. Un verdadero e inexplicable contrasentido.
Obviamente, el delicado asunto existe en Mendoza, donde no hay estadísticas que revelen qué cantidad de comida se pierde. Pero, hay diversas organizaciones que trabajan para reducir el hambre solicitando la donación de alimentos aptos para el consumo, almacenándolos y entregándolos a organizaciones comunitarias. En este sentido, se puede citar a las fundaciones Banco de Alimentos Mendoza y Carmela Fassi, de Las Heras.
Las formas por las que se pierde comida, tienen varias razones. Los restaurantes no suelen guardar las porciones y las que sobran tras una jornada de labor, en la mayoría de los casos, se desprecian, aunque otras llegan a manos caritativas que las controlan y las distribuyen.
Asimismo, les ocurre a empresas que tienen excedentes en su producción, defectos en el packaging (envases), mercadería que por su estacionalidad no se pudo vender o que está próxima a su vencimiento pueden decidir su destino hacia un fin social. Es así, que productores, industrias alimenticias, distribuidoras y supermercados, han encontrado en el Banco de Alimentos Mendoza un canal confiable para realizar su aporte, con un alcance de 79 organizaciones destinatarias de los alimentos, entre las que se destacan comedores, jardines maternales y centros de apoyo escolar, colaborando en la alimentación de más de 37.000 personas, 75% de las cuales son niños.
Los bancos de alimentos trabajan adhiriendo específicamente a tres de las metas propuestas por la ONU en la Agenda 2030: hambre cero, producción y consumo responsable y alianzas para lograr los objetivos.
Hay que señalar que el Banco de Alimentos Mendoza salvó más de 800.000 kg de alimentos, evitando que estos productos fuesen destruidos y recuperando los recursos técnicos, humanos y naturales que se utilizaron en su producción.
Reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos genera impactos positivos en el orden social, económico y ambiental, con el fin de alcanzar una mejor producción, una mejor nutrición y un mejor medio ambiente.
Hay que trabajar mucho en este estratégico capítulo de la comida, ya que todavía en Argentina se pierden o se malogran por año 16 millones de toneladas de alimentos. Esto equivale a casi un kilo por habitante por día.
En los 20 años de trabajo del Banco de Alimentos, recuperó 66 millones de kilos de alimentos y productos, y en 2021 se superó los 800.000 kilos de alimentos salvados. Hay que seguir en ese camino.