Los mendocinos y mendocinas son conscientes del alto valor simbólico y real de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), hayan cursado o no en esa casa de estudios fundada en 1939.
Lo saben desde siempre y ahora tienen la confirmación del posicionamiento internacional de la UNCuyo, a través de la evaluación de una reconocida consultora británica, Quacquarelli Sysmonds (QS World University Rankings, Clasificaciones Universitarias Mundiales), que incluye en su compulsa a 437 instituciones de altos estudios de diversas partes del mundo.
Como lo reveló Los Andes en su edición del viernes 3 de octubre, la Universidad Nacional del Cuyo mantiene el quinto lugar dentro de las universidades públicas argentinas, sólo aventajada por UBA, La Plata, Córdoba y Rosario.
Por otra parte, la UNCuyo fue ubicada en la posición 62 de las universidades de Latinoamérica y en el puesto 79 de América Latina y Caribe (segmento que incluye a México).
Además, es la segunda universidad en sostenibilidad en Argentina, después de la UBA.
“Estas calificaciones se han obtenido merced al trabajo denodado de investigadores, docentes, estudiantes, becarios y personal administrativo no docente, quienes jornada tras jornada contribuyen al desarrollo de un centro de estudios de excelencia”, sostiene María Elena Teresa Damiani, secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCuyo, quien es doctora en Bioquímica.
Esa condición contiene la aspiración generalizada de los componentes de la organización universitaria de sortear agravios y acusaciones, y propender a recibir el apoyo presupuestario que contribuya a la realización de actividades que son fundamentales en una universidad.
La generación de conocimientos a través de la investigación, es lo que diferencia a una universidad de un centro de enseñanza.
Los claustros y laboratorios tienen como función generar conocimientos, estar en la frontera de la ciencia, y ser el canal de innovación y desarrollo.
Es por todos admitido que la Universidad Nacional de Cuyo es líder en este tema al motorizar el desarrollo de la región y ser proveedora de excelencia a la provincia de Mendoza.
Gestionar aumentos de las partidas que deben mantener el sistema o, por lo menos, no sufrir mermas, es determinante para mensurar la comparación entre la inversión en ciencia y tecnología y los réditos que esa inversión genera.
Sabemos que el Estado invierte mucho menos en ciencia y tecnológica que Chile, Brasil, Colombia y México, sin hablar de otros países del mundo en los que la inversión es significativamente superior en relación al PBI.
Sin embargo, estamos entre los mejores productores de conocimientos, como lo revela la evaluación efectuada por QS, que es uno de los rankings más antiguos que hay en la materia, parámetro por el que se miden instituciones del calibre del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), o las universidades de Oxford, Harvard y la realidad universitaria nacional.
El ciudadano tiene que sentirse orgulloso de la universidad de excelencia que posee porque los profesores e investigadores que la conforman son altamente cualificados en el mundo. En tal sentido, no pocos son tentados a emigrar y ese irse al exterior implica un riesgo cierto de desvalorización de la institución como tal.
Se hace ciencia en la universidad, se publican los trabajos en las mismas revistas a las que acuden investigadores que ganan premios Nobel.
La posición relativa que la UNCuyo ocupa en el mundo entonces tiene trascendencia, no es la mejor de todas, por supuesto, pero si pusiéramos en correlato su oferta y logros, o cuánto se invierte y cuánto se produje con esa inversión, el saldo genera mucha satisfacción y logros concretos para la comunidad.