Los desconocidos de siempre, los que prefieren manchar el frente de una institución pública o privada, procedieron otra vez, sin interesarles los códigos que demanda vivir en comunidad.
En el caso que nos ocupa fue vandalizar el frente del Museo Histórico General San Martín, en plena Alameda, al lado de la gran Biblioteca Pública General San Martín.
Los autores de la grosera pintada dejaron sus mensajes de una presunta adhesión al ambientalismo y a la defensa de los animales, pegando afiches y manchando un frente.
El mensaje podría tolerarse, sino fuera que estropeó la fachada de un lugar que visitan miles de personas, entre ellas muchos turistas.
No sólo los maestros del pincel quisieron dejar su ¿“mensaje”?, sino que adhirieron con brocha gorda y engrudo presuntos ¿“ambientalistas”? pegando afiches en defensa de animales, tomando como soporte un histórico frente erigido en el terreno que en 1816 adquiriera el Padre de la Patria para construir su vivienda familiar. ¿Sabrán estas personas que por loables que sean sus propósitos, no es dañando el equipamiento público la forma en que deben expresar sus ideales? ¿Que el respeto al otro es básico?
En otras palabras, las pintadas con propuestas ambientales y en defensa de los animales realizadas en el frente del Museo Histórico General San Martín, podrían admitirse si se hubieran realizado en cartelería desmontable o en pasacalles, pero subleva que se utilice la fachada de un sitio histórico y cultural de esa manera ofensiva.
El causado no es un daño irreversible. La entidad que administra el lugar, la Asociación Damas Pro Glorias Mendocinas, se pondrá en marcha de inmediato para reponer con limpieza y pintura la condición armoniosa e intangible de la fachada del sanmartiniano solar.
Se trata de una institución sin fines de lucro, que pronto cumplirá 110 años de existencia, con la única misión de honrar, conservar y transmitir las glorias de la Provincia de Mendoza, de las personas que han contribuido a su bienestar y progreso y muy especialmente del Padre de la Patria.
La acción de los causantes del daño se repite constantemente en frentes y más frentes de la ciudad, sin el más mínimo respeto aún para escenarios que hacen a la cultura y la historia: museos, iglesias, escuelas, monumentos, plazas…
Hace poco el mismo acto irreverente se llevó a cabo en el frontis de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza y su Museo del Pasado Cuyano (la casona Civit), en la calle Montevideo 544.
Cada lector tendrá su propia experiencia con referencia a estos episodios vandálicos.
Nos podríamos preguntar, junto con la Asociación, ¿qué lleva a esos ignotos artistas callejeros a intervenir frentes recién pintados, con amor y sacrificios por sus titulares o dueños?
Muchas instituciones y hombres y mujeres de la cultura se expresaron en contra de estas manifestaciones. Una de ellas fue el colectivo RH&PC - Cultura & Patrimonio, de la Zona Este, que, a través de su presidente, arquitecto Osmán Caylá Moreno, dieron a conocer su posición negativa frente a este tipo de episodios.
Los habitantes de esa parte de la provincia sufrieron hace un tiempo la vandalización de la escultura de Rómulo y Remo, recientemente inaugurada en la plaza Italia, en el departamento de General San Martín.
En síntesis, las pintadas realizadas en el museo sanmartiniano podrían realizarse en otros soportes, como pasacalles o por carteles desmontables, porque hay un derecho implícito a manifestarse, lo que no se puede tolerar es que se dañe el patrimonio cultural y arquitectónico porque estos bienes son de todos. Qué pensarían o harían los autores de estas groseras expresiones, si otros ciudadanos embadurnaran los frentes de sus hogares. Seguramente no estarían de acuerdo y reaccionarían frente a la afrenta sufrida.