La situación irresuelta, y prolongada en el tiempo, de los vehículos siniestrados frente a las comisarías de la provincia, nos vuelve a ocupar porque es un problema de índole urbanística que debería estar resuelto hace mucho.
El hombre llegó a la Luna hace más de medio siglo superando infinidad de problemas tecnológicos y de diversa índole, pero esta situación que planteamos, de sedes policiales rodeadas de chatarra, consistente en automotores chocados y/o incendiados, no encuentra respuesta práctica y se prolonga en el devenir.
Ahí están en las seccionales policiales del Gran Mendoza, pero también en el resto del territorio, como ‘albergue’ de vehículos destartalados y oxidados, que no sólo contaminan, sino que también producen una contaminación visual, que se combate en otros escenarios, pero en estos no se hace nada.
No queremos cargar las tintas con ninguna sede policial en sí, pero algunas (como la 10ª de la ciudad de Maipú) están ubicadas frente a la plaza departamental, cita semanal de muchas familias que la recorren o participan de ferias artesanales que allí se arman. Es decir, una propuesta de atracción para los vecinos a metros del escenario lamentable de autos y camionetas que reposan destartalados, abollados. Lo descripto ocurre también en muchos otros distritos y departamentos.
La explicación es bien conocida y la aceptamos, pero no comprendemos cómo no se puede llegar a una solución que elimine ese foco de contaminación visual y ambiental.
Muchos de los vehículos expuestos de esa manera están secuestrados y bajo guarda de la Policía, a disposición del Poder Judicial.
Hasta ahí todo muy bien, comprensible la necesidad de retener los restos de automotores que tuvieron incidentes viales o que fueron secuestrados como derivación de acciones delictivas: el robo, concretamente.
Las autoridades competentes, que necesitan retener esas unidades por causas judiciales en marcha, deberían tener inmuebles fuera del radio de las ciudades o centros poblados donde guardar la chatarra, ya que la mayoría de los vehículos no puede volver a circular.
Mendoza promueve permanentemente su condición de plaza turística y este escenario que hemos descripto es la contracara de una infraestructura urbanística agradable a la vista del visitante y del ciudadano local que transita o pasa por esos lugares.
En otros casos estos depósitos de automotores siniestrados ocupan permanentemente lugares de estacionamiento, entorpecen el tránsito y contaminan el medio ambiente, ya que debajo de ellos se acumula basura o bien porque pueden perder aceites u otros elementos contaminantes. En ocasiones, hasta se adueñan de parte de las veredas y de las rampas de acceso.
Una de las posibilidades de ir eliminando los vehículos chocados, estacionados en las unidades policiales, sería realizar periódicas compactaciones de los mismos, como se hizo en ocasiones anteriores.
Cualquier otra iniciativa que armonicen el Poder Judicial y el Gobierno provincial, será bienvenida porque, de una vez por todas, hay que hacer algo para reducir el impacto visual y la contaminación ambiental, una demanda habitual de los vecinos y también de las personas que visitan nuestra provincia.