Hace más de tres décadas que, con la dirección de J. Roberto Bárcena y el apoyo de la UN Cuyo y el Conicet, se realizó el relevamiento integral del Camino del Inca, en el noroeste de Mendoza y suroeste de San Juan.
La labor implicó también, entre otros, el reconocimiento, relevamiento y excavación de los sitios incaicos asociados al sistema vial, llamados tambos en general, así como se investigó otros reputados como ceremoniales.
Fue el caso de los conocidos Tambillitos, Ranchillos y Tambillos, o los que fueron una novedad, descubiertos por entonces, como Ciénaga de Yalguaraz, Leoncito, Valle Hermoso, Penitentes, Punta de Vacas, Puente del Inca, Confluencia y Pirámide del Aconcagua.
Todo este registro, que incluyó antecedentes de trabajos de autores como Carlos Rusconi, Francisco de Aparicio y Juan Schobinger, permitió una relevante base de conocimiento del tema en el sistema científico regional universitario y del Conicet, que con el tiempo facilitó, por ejemplo, la propuesta y fundamentación provincial de Mendoza, para integrar en la Lista del Patrimonio Mundial (Unesco) parte de su patrimonio inca excepcional, camino, tambos y sitios ceremoniales, lo que finalmente se alcanzó en 2014, luego de más de doce años de tramitación, continuándose con la gestión al presente, con el aumento de responsabilidad que la distinción obtenida conlleva, en cuanto a la preservación, valorización cultural y planes de manejo patrimonial de los trayectos y sitios seleccionados.
Con el tiempo, aumentó asimismo la concienciación patrimonial de la sociedad sobre estos bienes culturales y los propios profesores y alumnos del sistema educativo provincial, principalmente del área de montaña, orientaron su interés al mejor conocimiento del tema.
De forma tal que tienen continuidad de décadas los estudios y el interés sobre la presencia incaica regional y su relación con las poblaciones locales de ese período, del último tercio del siglo XV y primero del XVI.
Por esto, si bien es una novedad nuestra reciente comprobación de un sitio netamente incaico en la margen izquierda del arroyo El Chacay, afluente del río Mendoza, sito en el noroeste de Mendoza, la misma encuadra bien en la continua tarea de investigación arqueológica y etnohistórica que desarrollamos en pos del cada vez mejor conocimiento y comprensión de la organización estatal inca en el extremo austral oriental del Kollasuyu y Tawantinsuyu.
Sobre el comienzo de los estudios en El Chacay, recordamos que fue en los años 70, en que al primer autor de esta nota, por entonces docente de Arqueología en la UNCuyo y becario del Conicet, le acompañaron en la prospección del camino incaico en la zona, los alumnos de esa cátedra, luego profesionales universitarios, Mónica Ampuero y Margarita Gascón, Eduardo Guercio (fallecido), el técnico universitario Julio Ferrari (fallecido) y el baqueano Nicolás Suárez (fallecido).
Con ellos pudo comprobar no sólo el paso del camino incaico, atravesando el A° El Chacay, sino que además había indicadores de presencia inca, denotada por escasos fragmentos de cerámica de ese estilo, sita en la superficie del terreno, llamando la atención la aparente ausencia de instalaciones pircadas del período.
Con el tiempo, aumentó la concienciación patrimonial de la sociedad sobre estos bienes culturales, de forma tal que tienen continuidad de décadas los estudios y el interés sobre la presencia incaica regional y su relación con las poblaciones locales de ese período, del último tercio del siglo XV y primero del XVI.
Recientemente se orientó a la temática incaica, la tesis de doctorado de la segunda autora de esta nota, considerando, en el paisaje uspallatino del departamento de Las Heras, la presencia de población local incaizada del área de La Chanchería, al oeste del Gran Hotel Uspallata, en el contexto de la organización estatal con su infraestructura de caminos y tambos, a lo que se agrega ahora esta nueva prospección y relevamiento del A° El Chacay, considerando al conjunto de la evidencia, sobre todo en relación con el tambo de Ranchillos, distante, respectivamente, 11 y 6 km, mientras que 9 km es la distancia, entre El Chacay y La Chanchería.
Explicamos las características de La Chanchería en una anterior nota en Los Andes, refiriendo la ausencia de infraestructura de recintos pircados y la abundante presencia de cerámica de los tipos del Inca provincial, del Diaguita chileno de la Fase 3, aculturada por los inca, y de la cerámica local, de los indígenas regionales que ocuparon el lugar antes de la llegada incaica y persistieron con ellos, como la estratigrafía y las dataciones absolutas también lo indican.
Por fin, nuestras labores en El Chacay, área modificada por la actividad moderna de puesteros, del paso de pescadores, del turismo aventura -éste en procura de la cima del C° Montura- y por los ejercicios de artillería militar, nos permitieron reconocer en el sector de paso del camino incaico, una estructura pircada que, con algunas variantes, remeda una clásica "kancha" inca, con dos recintos adosados a uno mayor, comunicados con él por sendas aberturas, mientras éste tiene una que mira al este.
Excavado el sitio dio por resultado la presencia de numerosos y muy fracturados fragmentos de cerámica, del tipo Inca provincial, correspondientes mayoritariamente, si no exclusivamente, a elementos para soporte de comidas, específicamente platos, consistiendo los restos atribuibles a la cocina y alimentación, a semillas de algarrobo, apéndices costales de camélidos y a tres fogones -uno por cada recinto- cuyo carbón nos permitirá mejores precisiones de cronología, a poco que los sometamos a análisis de radiocarbono.
Nos hallamos pues ante un nuevo sitio arqueológico, con particularidades que lo asimilan al contexto inca regional y cuya funcionalidad parece apuntar a una muy específica, que en el marco de la tesis doctoral se contrastará según las hipótesis de su funcionalidad, mientras que el tercer autor de esta nota determinará, desde su especialidad arqueofaunística, no sólo las especies animales involucradas en las ingestas, sino las formas de su aprovechamiento en el proceso que de la muerte lleva a su preparación y consumo.
Agradecemos a la Sectyp UNCuyo y al Conicet su aprobación del proyecto, y a las autoridades de la Dirección de Patrimonio y Museos del Gobierno de Mendoza y a las del Grupo de Artillería de Montaña 8, su autorización para los trabajos. Asimismo comprometen nuestra gratitud por su colaboración, vecinos de Uspallata, como Luis Antolín y familia, y de San Alberto, como el baqueano José D. Ávila.