La novela por la conversadísima ampliación de la Suprema Corte tuvo un contratiempo fuera de libreto, tras el anuncio inicial de su tratamiento esta semana y luego de que se aprobara el despacho con preferencia en Diputados. Sobre el fin de semana, el freno del oficialismo pareció ser algo más que un gesto de prudencia. En todo caso, una señal a tiempo (una más) de que los votos que parecían seguros, tras un sorpresivo acuerdo con el kirchnerismo y un sector del PJ, se habían diluido en cuestión de horas.
Así, lo que en un primer momento pareció una jugada genial, que descolocó al amplio abanico de la política mendocina, se transformó en el umbral de un nuevo traspié. Puestos a buscar explicaciones, desde el oficialismo tiñeron sus frases de institucionalidad; mientras que desde la oposición abundaron las versiones sobre el peso de la decisión política que implica ser funcional a los deseos del gobernador Alfredo Cornejo, y la capacidad de soportar las amenazas que pesaron sobre los diputados “acuerdistas” con acusaciones y advertencias de diversa índole.
El asunto es que esta semana expiran los mandatos de la actual composición legislativa y, de hecho, hoy juran en sus bancas el 50% de los senadores y el jueves los diputados, que ganaron sus escaños en la última elección y que trascenderán incluso el mandato de Cornejo como gobernador. La nueva dilación, no sólo tiene efectos en el tiempo sino también en el esfuerzo que el oficialismo deberá poner para -en algunos casos- iniciar desde cero la negociación y el convencimiento de los nuevos diputados que deberán votar un proyecto que ya tiene media sanción del Senado.
Los pesimistas aseguran que la pérdida de esta oportunidad, sobre el filo del mandato de esta Legislatura, puede significar la muerte casi definitiva del texto, por inanición. Los optimistas, en cambio, entienden que por el contrario, el Gobierno tendrá casi dos años para seguir “convenciendo” y lograr su aprobación final.
Más allá de lo que el futuro depare, está claro que una vez más la interna del PJ se interpuso entre los pactos de Cornejo y algún peronismo. Así también se cayó en su momento el preacuerdo que el mandatario había logrado con los intendentes y que luego la mesa de conducción partidaria revirtió. Así también ahora parece diluirse el reciente entendimiento que surgió a partir de la convocatoria del gobernador a la senadora nacional y referente camporista Anabel Fernández Sagasti.
¿Es posible que Cornejo haya tenido un fatal error de cálculo o es acaso una traición de quienes primero dijeron que sí, incluso públicamente, y luego dijeron que no?
Especulaciones al margen, y mientras crece el protagonismo nacional de Cornejo, en Mendoza no puede destrabar una modificación que considera clave y que, pese a sus esfuerzos, aún naufraga en la incertidumbre de las negociaciones y las asiduas picardías.