“No se puede sufrir así”, se quejaba un plateísta de Luján mientras el impresentable juez sanjuanino Ariel Fernández adicionaba 5 minutos.
Minutos antes, los corazones se habían paralizado por un remate de Fernando Araujo que pegó en el poste derecho del arco defendido por el bueno de Marcos Tobar, quien tomó el balón como si fuese la última gaseosa del desierto.
El arquero, ídolo del Bajo, había sido protagonista de un jugada clave en el final del primer tiempo, al taparle el penal al Colorado Sosa. Al menos esta vez, la suerte parecía estar del lado del Granate. Pero no.
El señor Destino volvió a meter la cola y en el segundo minuto de ese tiempo de descuento, tras un córner de Agostinelli, Barreto anticipó de cabeza en el primer palo, entre Tobar y el travesaño evitaron la caída pero por detrás apareció el vasco Basterrechea para meter la puñalada que se clavó en lo más profundo de los corazones lujaninos.
Con la obra maestra de Matías Guardia (golazo de tiro libre), el equipo del Pollo Videla ganaba, salía de la zona de descenso directo y le metía presión a Rodeo del Medio. Y minutos antes de esa ejecución de manual, el sanjuanino Rodríguez había anulado un gol legítimo de Brian Rodríguez. El Granate depende de un milagro.