El huemul peregrina los cerros del Parque Nacional Los Alerces con su andar tranquilo, entre la hierba, la piedra y la nieve para preservar su especie. En el Parque Nacional Los Alerces, ubicado cerca de Esquel, en la provincia del Chubut, el huemul es el dueño indiscutido de ese paisaje patagónico. Shoam para los tehuelches y güemul para los araucanos, este animal, un ciervo robusto de gran porte, transita por los cerros.
Sus patas cortas y fuertes indican su adaptación para trepar en ambientes montañosos, corriendo y saltando entre los desniveles del terreno. Para alimentarse prefiere las hojas verdes, tallos tiernos y flores dulces que le proporcionan los ambientes naturales de este parque. Puede llegar a medir hasta un metro de altura desde el suelo hasta la parte más alta de su lomo y alcanzar los 90 kg. Habita el bosque abierto de lenga, de matorral y de pastizales de altura en verano. Sólo los machos tienen astas que pueden medir hasta unos 30 cm de longitud; son bifurcadas y a fines de julio las pierden de manera natural. Poseen grandes orejas que actúan como pantallas que les permiten escuchar los mínimos sonidos. En su cara presenta una característica mancha oscura con forma de y griega, que es visible sólo en los machos adultos. El pelaje denso y grueso lo protege del duro clima, de las bajas temperaturas invernales y del agua. También le permite nadar en ríos y lagos patagónicos con gran agilidad. Sus tonalidades varían del pardo más oscuro en verano a un amarillento suave en invierno. Su refugio natural es el bosque patagónico. Allí se oculta y protege de sus depredadores naturales (el puma y el zorro), como así también de algún cazador furtivo (su caza está prohibida por ley en todo el territorio nacional). Actualmente es una especie en peligro de extinción y mantiene una sacrificada lucha por la supervivencia.
Vale decir que se han encontrado testimonios de los primeros contactos entre el hombre y el huemul en sus distintas expresiones. Por ejemplo, a través del arte rupestre y en los utensilios elaborados con sus huesos encontrados en sitios arqueológicos de más de 8 mil años de antigüedad.
Con seguridad, este animal representó un recurso importante para los grupos de cazadores y recolectores patagónicos, que aprovechaban su carne, cuero, astas y huesos, cuando se dificultaba conseguir otras presas más habituales como el guanaco. Asimismo, a comienzos del siglo pasado se introdujo al ciervo europeo en los antiguos territorios donde reinaban los huemules. Estos, al ser más grandes y belicosos, fueron desplazando de a poco a los animales nativos a parajes apartados de la cordillera de los Andes.
Aunque es difícil, los turistas pueden divisar un huemul en libertad. Lo apodan “El Fantasma de los Andes”, ya que suele pasar desapercibido y alejarse muy bien del peligro. Con paciencia y sin generar ruidos es posible verlo con binoculares o equipos especiales para su avistaje. Observarlo en libertad es una experiencia sin igual, que transmite mucha paz y tranquilidad.
Para ofrecerle las máximas garantías de conservación, esta especie emblemática de la Patagonia, fue declarada Monumento Natural Nacional en 1996. Desde el municipio de Esquel, se promueve el turismo responsable, que permita el disfrute de la naturaleza, pero con un alto sentido de la responsabilidad. El nuevo turismo del siglo XXI debe ser sensible a los ambientes protegidos, así como también a la flora y fauna que habita en ellos. El huemul es real, aún existe, no se ha convertido en leyenda y es responsabilidad de todos protegerlo.
Información
www.esquel.tur.ar
infoturismo@esquel.gov.ar