Parecía que no quedaba en nuestro país un solo rincón de la economía, por más oculto que estuviera, que no hubiera sido intervenido por el Estado. Sin embargo, los políticos, con su inagotable inspiración para interferir en cualquier actividad, han dado un nuevo ejemplo de esa habilidad y han llegado al extremo de indicar a los comerciantes cómo deben ordenar la mercadería en sus estanterías, por ahora en los supermercados, mediante la llamada ley de góndolas.
Esto no es nada más que otra muestra de cómo los políticos apartan al Estado de sus funciones esenciales, entrometiéndose, como en este caso, en asuntos que pueden ser de resolución natural entre consumidores y comerciantes. Pero lo más importante y penoso para resaltar es que ellos, tanto peronistas o radicales, macristas y progresistas, todos tienen al estatismo, que es la tendencia que exalta el poder y la omnipresencia del Estado, como base fundamental de sus convicciones políticas y tratan de aplicarlo en cuanta oportunidad se presenta, aumentando, en consecuencia, arbitraria y desmedidamente el gasto público.
No hay que olvidar de ninguna manera que el intervencionismo estatal en nuestro país ha contribuido a la formación de un Estado gigantesco, deficitario, insolvente e ineficiente, que ha postergado a la actividad privada y que es, sin duda, la causa primigenia de nuestros principales padecimientos económicos: el endeudamiento y la inflación. Lamentablemente, por lo conocido hasta ahora, el nuevo gobierno parece que también va a continuar transitando por el mismo camino del estatismo y el déficit fiscal, a pesar del daño que esto ha causado a los argentinos durante tantas décadas.
Leo Lardone - DNI 8.030.088