Veo colores de apoyo a la Primera Orden. Te doy la bienvenida". El malvado Kylo Ren se acerca para señalar estos pantalones con rayas rojas, negras y blancas que una lucía con inocencia. El nieto de Darth Vader dice algo cortés, pero se retrocede ante la voz grave y envolvente que sale de su máscara. Nadie lo vio venir en el planeta Batuu, con su paso firme y veloz. Y se recupera el ritmo de la respiración cuando agita la capa y se esfuma, siempre escoltado por un par de Stormtroopers, los históricos soldados imperiales de armadura blanca.
Basta con caminar cinco minutos por Star Wars: Galaxy's Edge, la flamante área de Disney's Hollywood Studios, en Orlando, para sentirse en otro mundo. Por supuesto, Batuu se encuentra en una galaxia muy, muy lejana, pero se trata de un planeta imaginario. Es decir, no aparece en ninguna de las películas de Star Wars. "Es un lugar ficticio", explican en Disney, donde empleados y visitantes juegan a creer que los planetas Tatooine y Corellia son reales.
Pero también hay otros que atraviesan distintas épocas (como Chewbacca y R2-D2), y transportan sin escalas a los fans hacia la trilogía original. De hecho, la atracción que nadie se quiere perder y la más fotografiada es el Millennium Falcon (Halcón Milenario), la nave espacial que conducía Han Solo. Ann Morrow Johnson, directora creativa de Walt Disney Imagineering, está pendiente de las reacciones de los primeros visitantes en el mundo que imaginó durante tanto tiempo. "Cuando tomás el control del Millennium Falcon: Smugglers Run, por ejemplo, la acción es tuya. Vos creás tu propia historia: podés ser el piloto, el copiloto, el que dispara o uno de los ingenieros de la nave espacial. Entonces, cada visita es única".
Star Wars: Galaxy's Edge abrió sus puertas el 29 de agosto pasado en Disney's Hollywood Studios, dentro del complejo Walt Disney World Resort en Orlando. El 31 de mayo había sido inaugurado un espacio similar en el Disneyland Park de California.
Con 5,6 hectáreas en cada caso, se trata de la ampliación más grande de un área con una sola temática -y la más avanzada desde el punto de vista tecnológico- jamás llevada a cabo en un parque de Disney. La aplicación para smartphones Play Disney Parks, a su vez, permite interactuar con Batuu y sus residentes. Familias y grupos de amigos eligen si ayudan a un contrabandista, se unen a la Resistencia o le juran lealtad a la Primera Orden. Destacan que esta creación "es el resultado de una colaboración que lleva décadas entre Walt Disney Imagineering y Lucasfilm, una compañía líder global en la producción de cine, televisión y entretenimiento digital, que incluye la franquicia Star Wars".
La Fuerza y la magia
Un cielo de nubes negras (¿vendrán del lado oscuro?) amenazan con opacar la gran fiesta inaugural de Star Wars: Galaxy's Edge en Orlando. "Esta transformación en Disney's Hollywood Studios comenzó con Toy Story Land el año pasado, y continuará en 2020 con la apertura de la primera atracción dedicada a Mickey Mouse: Mickey and Minnie's Runaway Railway. En tanto, gracias a las góndolas de Disney Skyliner, llegar hasta aquí será pronto aún más mágico", anuncia Bob Chapek, presidente de Disney Parks, Experiencias y Productos, desde un escenario al aire libre.
Acompañado por el pirata Hondo Ohnaka, dos soldados imperiales, Chewbacca, R2-D2 y BB-8, Chapek les agradece a Bob Weis y Kareem Daniel, de Walt Disney Imagineering, "por esta increíble nueva tierra", y a Scott Trowbridge, "por su visión" a la hora de dirigir el proyecto.
Un sable con luz propia
Primero hay que elegir el color del cristal que activará el sable de luz (azul, verde, rojo y violeta) y luego las piezas metálicas del mango pesado. Estamos en la tienda Savi's Workshop-Handbuilt Lightsabers, a punto de vivir una experiencia que se inspiró en "El Ataque de los Clones", donde los Jedi padawans aprendían a construir sus propios sables de luz. "La creación de un sable es un arte. Maestro Yoda, es tiempo de dar el primer paso... Todos al frente y ¡actívenlo!", exclama el artesano y una docena de sables se iluminan en la oscuridad al mismo tiempo. Con reserva previa porque tiene mucha demanda, la experiencia mágica dura unos 20 minutos y cuesta 199 dólares, incluyendo -por supuesto- la compra del sable de luz que cada uno construye a su gusto.
Algo similar ocurre en Droid Depot, donde la gente se va con su droide astromecánico, después de seleccionar las piezas que avanzan en una cinta. Hay dos modelos (la serie R o la BB) y hasta se los puede programar con microchips. En este caso, la inspiración vino de la mano de un joven Anakin Skywalker, jugando con C-3PO en "La Amenaza Fantasma". Dejamos lo mejor para el final: el Millennium Falcon: Smugglers Run. Antes de ingresar a la cabina del "pedazo de chatarra más rápido de la galaxia", el azar decide qué puesto ocupa cada uno de los seis tripulantes (pilotos, artilleros o ingenieros de vuelo), quienes viajarán con la nave y sortearán toda clase de obstáculos. Al menos en dos oportunidades se da el mítico salto a la velocidad de la luz.
Según el rol que nos toque la experiencia será completamente diferente. La primera vez hay que conducir, moviendo una palanca hacia arriba y abajo, mientras el copiloto nos guía a la derecha o a la izquierda. La segunda vez disparamos, pero el juego es más breve porque el que ocupa el asiento de Han Solo estrella el Falcon. Dos hombres discuten: "¿No viste el tren? ¡¿Y el puente tampoco?! La próxima manejo yo".
Degustamos las comidas y bebidas galácticas: Docking Bay 7 Food and Cargo es un local "para transbordadores de alimentos" en el que los viajeros con hambre comen en la plataforma de un hangar, mientras que Ronto Roasters ofrece carnes asadas por un droide. A pocos metros, en Milk Stand sirven la leche azul (de "Una Nueva Esperanza") y la verde (de "Los Últimos Jedi"). El sabor es dulce, no como los pochoclos agridulces del Outpost Mix de Kat Saka's Kettle.
Los refrigerios Ready-to-Eat se consiguen en Resistance Supply, y se basan en el kit de Luke en "El Imperio Contraataca". Pero ¡atención con las gaseosas! La Administración de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (TSA) prohibió subir al avión -tanto en el equipaje despachado como en el de mano- las botellas exclusivas del parque porque parecen bombas. El propio Mark Hamill destacó, vía Twitter, la curiosidad de que se pueda viajar con sables de luz pero no con envases de plástico, redondos y vacíos.
En el planeta inexplorado Batuu también se encuentra Black Spire Outpost, un puerto donde conviven comerciantes y contrabandistas. Sirve de refugio a personajes de mala fama en la galaxia, se ven con frecuencia rostros familiares, desde Rey, Finn y Poe hasta BB-8 y Chewbacca.
Incluso, Kylo Ren y los Stormtroopers deambulan entre peluches de la Princesa Leia, mochilas de Yoda, mascotas exóticas, batas y túnicas que remiten a la ropa de Obi-Wan Kenobi y Anakin Skywalker en "La Venganza de los Sith" y de Rey en "El Despertar de la Fuerza" y "Los Último Jedi".
En Dok-Ondar's Den of Antiquities se venden objetos misteriosos de diferentes eras de la galaxia. Imperdibles: los holocrones (antiguos artefactos Jedi y Sith), donde se cargan los cristales de los sables de luz con puertos USB y se reproducen mensajes. Para lograr este gran ambiente, los creativos de Disney trajeron ideas y miles de fotos de mercados callejeros de Marruecos y Turquía. Y para "la mercancía" accedieron a los archivos de Lucasfilm y estudiaron el vestuario y accesorios originales.