El Partido de Whatsapp, cibermilitantes de lo vacuo - Por Luis Abrego

La democracia virtual, el plebiscito táctil, tiñe de compromiso social un simple y mecánico touch en la pantalla del celular.

El Partido de Whatsapp, cibermilitantes de lo vacuo - Por Luis Abrego
El Partido de Whatsapp, cibermilitantes de lo vacuo - Por Luis Abrego

En tiempos de desconfianza y aparente retracción de la política, las redes sociales hegemonizan la vida privada, pero también el debate público. Ya ni los medios tradicionales pueden arrogarse centralidad en la fijación de la agenda. Y lo que es peor, intentar influir en la gran conversación social es una tarea en la que hoy descollan más los expertos en márketing digitial que los sociólogos o los comunicadores.

Así las cosas, Mendoza vivió días atrás un episodio digno del más bucólico realismo mágico, cuando el gobierno de Alfredo Cornejo debió salir a contrarrestar un “audio anónimo”, viralizado con furor por Whatsapp, que montó una pueblada al borde las rutas y algunos accesos en San Carlos, General Alvear y San Rafael. El apocalíptico mensaje, no exento de intencionalidad política, advertía sobre posibles atrocidades del fracking, permitido por ley nacional desde 2014.

Sin embargo, en la era de la queja supuestamente comprometida, al alcance de un touch desde el sillón del living, las cadenas de causas nobles ocupan el primer lugar en el ránking de sensibilización de dedos, tan aptos para el like como para el reenvío. Total, es más fácil y más rápido que votar. No hay que hacer colas, ni exige pensar demasiado, ni pasar frío o calor en una escuela y jamás un retuit nos hará demorar el inicio del asado.

La democracia virtual tampoco genera cargos de conciencia, ni implica lidiar por años con los personajes que suelen tomar por asalto la vida pública burlando la voluntad popular. Con otro touch, te bloqueo, te dejo de seguir o te silencio. Mirá que fácil.

Pero mientras eso no ocurra, y teléfono en mano, todos podremos sentirnos ciudadanos activos y exigiremos que se frene alguna brutal tala de árboles, o que se siga poniendo en riesgo a una especie, o (y aquí el asunto) facilitaremos que inescrupulosos pongan en debate lo que tal vez jamás podrían expresar si sus propuestas debieran pasar el tamiz de las PASO o las elecciones generales.

En esa disputa simbólica, casi de un nivel avanzado en una saga de videojuegos, comparecer ante la realidad es más difícil de lo pensado. Siempre será más fácil creer en teorías conspirativas, fustigar a los políticos -cualquiera sea su currículum o su prontuario- y en todo caso, si los funcionarios se enojan, los técnicos y especialistas dan opiniones fundadas y pueblos enteros se indignan, se arma otro audio y se pide perdón. Así de simple. En la era del vacío instantáneo, no hay que hacerse mayores problemas. El plebiscito táctil permite reparar  sin consumir datos. Casi gratis, aunque el daño real sea profundo, ya que el institucional nunca suele mensurarse cabalmente.

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