El mundo actual se nos presenta como un sonajero constante: todo es ruido por doquier y parece que nos hemos familiarizado tanto con ello que hasta lo hemos naturalizado.
Ese entorno de eterno sonido ha invadido nuestras vidas, haciendo que cada vez sean menos los escenarios de mudez total. Tanto alboroto alrededor puede afectar la salud y, obviamente, como perfectas máquinas que somos: nuestro cuerpo.
Sin darnos cuenta, no solo somos esclavos del frenesí ambiental, sino que creamos espacios ruidosos que, a la larga, resultan nocivos: salimos a practicar deporte con auriculares puestos en los oídos, estamos en casa y subimos el volumen de la televisión a niveles altísimos, escuchamos música muy fuerte mientras hacemos tareas en el hogar o simplemente, porque "no queremos estar en silencio".
"La situación es sencilla, hay sonidos del ambiente natural que se presentan en la vida y a los que no le damos importancia, y que muchas veces son sanos para el ser humano: el sonido del agua, por ejemplo -dice la psicóloga Laura Giménez, y continúa-. Pero sí estamos completamente invadidos por ruidos que generamos y que no nos dejan estar con nosotros mismos: la música o la televisión al tope de volumen", añade.
La constante exposición a estos escenarios de alto nivel sonoro repercute en la salud de las personas y "aunque se les diga sobre lo negativo de esto, juegan con la idea de 'a mí no me va a pasar'", corrobora la especialista. Esto nos lleva a la reflexión: ¿cuántos momentos reales de silencio tenemos al día?, ¿cuántos momentos de ruido cero somos capaces de crear y mantener en el tiempo?
"Muchas personas evitan el silencio porque lo toman como sinónimo de soledad o de que sus pensamientos (o preocupaciones) invadirán su mente, y buscan ruido para olvidar o reprimir lo que les pasa por la mente", comenta Sofía Lamas, instructora de meditación.
Lo cierto es que "mantener prácticas de silencio, al menos media hora al día, resulta positivo para el cerebro además de permitirle a las personas combatir los estado de estrés, tan comunes en la sociedad actual", añade Lamas.
¿Qué dice la ciencia?
Según estudios científicos, esta práctica permite regenerar el cerebro. Investigadores alemanes descubrieron que el silencio tiene un impacto positivo en ese sentido: "según estudios esta práctica permanente puede regenerar células en aquellas regiones del cerebro que están relacionadas con la memoria y el aprendizaje", dice la psicóloga consultada.
Otro punto a destacar es que, de permanecer en completo silencio por unos minutos al día, también mejorarían nuestros estados de ánimo y colaboraría con la creatividad.
Increíblemente, "también funciona para buscar soluciones a los problemas. El ruido está relacionado con la huida de ellos: el estado de concentración y centro que genera el estar en silencio colabora con poder tomar mejores decisiones en la vida y enfrentar mejor los cambios", argumenta Lamas.
Uno de los aspectos más importantes es que "realmente es un aliciente para los casos de estrés, tan común hoy en día en la toda la población", analiza la instructora.
El ruido causa tensión y estrés "esto hace que las personas estén más irritadas y molestas. Mientras que, si mantuvieran una práctica de silencio diario, su cerebro se relajaría y de esta manera su pasar por la vida sería mucho más sano", agrega.
¿Lo recomendable? Con mantener una rutina de, al menos, 5 minutos al día de silencio total los beneficios para el cuerpo y la mente serían asombrosos.