El tiempo y el eclipse 

El tiempo y el eclipse 
El tiempo y el eclipse 

Pasó el eclipse, fenómeno esperado no sé desde cuántos años. Así como fue impactante, también nos pasan pequeñas cosas que a través de los años hubiésemos querido retener. La culpa la tiene el tiempo.

El tiempo, ese arrogante que pasa sin mirar atrás. Ese que cuando niños nos adormecía sin permitirnos escuchar el llamado de nuestra madre diciendo "a comer". Ese que se corría más allá cuando ansiosos esperábamos la campana para salir al recreo. El sádico que demora la salida del sol y la huida de los fantasmas de la noche. El que sin piedad hace sonar el silbato del jefe de estación para que nuestro más querido ser parta a su destino. Ese que se ríe cuando decimos 'no tengo tiempo', como si pudiésemos disponer de él y manejarlo a voluntad. Ese, que como un gorrión vuela apenas percibe que un niño se mueve hacia él para tomarlo entre sus manos. El que después de casi una vida, asoma su cara sin tiempo a la vuelta de una esquina y socarronamente nos dice: '¡Hey, han pasado 40 años ya!' El que solemne nos observa con ojos grises de eternidad, desde la última rama de un ciprés, donde los pájaros le cantan a nadie. Qué hermoso aquel tiempo en que no existían números en nuestro reloj, mientras jugábamos sin parar hasta que el fresco del anochecer. Ahora tratamos de atrapar aunque sea, sólo una fracción de segundo. Será que la única forma de robarle un segundo a ese mezquino, es volverse niño, para recomenzar con nuestros saberes, buscar horizontes con otras siluetas, brisas más templadas o canciones nunca cantadas. Hagamos de ese tiempo, nuestro tesoro, no para guardarlo sino para vivirlo plenamente. 
 
Oscar Carlos Laguna

DNI: 8.144.258

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA