Santa María de Oro se quedó sin agua potable, luego de que el único pozo que alimenta a la mayor parte de ese distrito rural de Rivadavia salió de servicio, posiblemente como consecuencia de un derrumbe interno. El problema afecta a unas 500 familias y es tan serio, que la comuna declaró la emergencia hídrica, con la idea de disponer recursos para acelerar una solución, que de todos modos demandará no menos de veinte días.
La única salida concreta al problema es una perforación nueva, una obra que el municipio ya contrató y a la que destinará casi tres millones de pesos para dejarla funcionando, un dinero que más tarde deberá reembolsar el Epas. Está previsto que esos trabajos arranquen el lunes, pero en el mejor de los casos van a demandar veinte días y mientras tanto, la comuna y el consorcio que administra el servicio, recurren a diversos paliativos para arrimar agua a los vecinos y minimizar inconvenientes.
"El pozo que nutre a Santa María de Oro se embancó y no sale agua", confirmó a Los Andes Sebastián Cabrera, presidente del consorcio que maneja el agua potable en ese distrito, vecino a la ciudad cabecera y que presta servicio a 500 familias del lugar, pero también a dos escuelas, a un centro de salud, al destacamento y al jardín maternal del pueblo.
“De la canilla no sale una gota y es un trastorno enorme para toda la familia”, opina Silvia, mientras forma fila para llenar un balde de agua en una de las seis cisterna de 3.000 litros, que la comuna distribuyó en distintas esquinas del pueblo. Además, dispuso el envío de entre cinco y seis tancadas diarias de agua que se reparten directamente en las casas.
"La gente almacena agua en lo que tiene a mano y no solo en el tanque sino también en baldes, en tachos y en botellas", dice Susana, otra de las vecinas afectadas: "En mi caso, estoy usando también la 'pelopincho' para que me dejen algo más de agua".
En época de vendimia y siendo Santa María de Oro un distrito en el que muchos vecinos salen a cosechar, la vuelta a la casa por las tardes sin la posibilidad de darse una ducha complica la vida en muchas casas y así, no son pocos los que terminan el día bañándose en algún canal de riego, más allá de la prohibición que existe por parte de Irrigación. "No te queda otra que el canal porque llegás a la casa todo mosteado y no tenés agua en el baño", dice Mario, uno de los tantos obreros rurales que tiene el pueblo.
Otra respuesta que ensayó la comuna es sumar a la red, una cañería de Aysam que cruza el lugar, pero el resultado no termina de ser satisfactorio, ya que las familias que dependen del pozo siguen en su mayoría sin agua y Aysam ha visto mermada la presión en esa red, que lleva el líquido a otro sector de la zona.
"Con la ayuda de Aysam, hoy tenemos algo de presión pero a no más de 20 centímetros del suelo, es decir a la altura de una canilla y solo en el 40% de nuestros clientes", admite Cabrera.
Finalmente y gracias a la solidaridad de un par de productores, en la mañana del viernes, el municipio trabajó para sumar a la red, el agua de una perforación privada en calle Reconquista.
"El Epas ya hizo los análisis y es agua potable, mientras empezamos a perforar el nuevo pozo, ese agua servirá para que llegue algo más a las casas", explica Jorge Carvallo, jefe de Gabinete del municipio de Rivadavia.
"No tener agua es un problema grande porque la poca que trae la comuna sirve para cocinar y para beber", cuenta Carlos, vecino del lugar y completa: "En la casa nos bañamos de a uno por día y mi señora volvió a lavar a mano".
Nueva perforación
El pozo que salió de servicio fue habilitado hace 28 años y es el primer problema grave que sufre. "No sabemos qué ocurrió ahí abajo. Habrá que sacar la electro bomba, los caños y meter una cámara para filmar", detalló Jorge Carvallo, jefe de Gabinete de la comuna.
De todos modos, aún no está claro que el pozo que durante casi 30 años dio agua a Santa María de Oro pueda seguir funcionando: “Vamos a construir un nuevo pozo y ojalá que podamos recuperar el que ya existe”, agregaron desde la comuna.
En Rivadavia funcionan 16 entidades a cargo de administrar el agua potable, la mayoría de ellas ubicadas en zonas rurales y formadas por consorcios, cooperativas o uniones vecinales, que se vieron obligadas a hacerse cargo de la prestación en los años 90, cuando el servicio de agua se privatizó y la empresa se desentendió de las zonas que no eran rentables.