En Globo a la cima

Huracán Las Heras venció 1-0 a Gutiérrez y arrancó con viento a favor la Fase Reválida. Ahora lidera junto a Maipú.

En Globo a la cima
En Globo a la cima

En un flojo partido, donde ninguno arriesgó más de la cuenta, Huracán LH venció 1-0 a domicilio a Gutiérrez e inició con buen pie el camino en la Fase Reválida. Mientras, el Celeste sigue sin ganar y cada vez más complicado.

Los dos armaron un partido chiquito, de muchos pelotazos y pocas ideas para llegar con claridad a zona ofensiva. Ni unos ni otros tuvieron claridad, aún cuando Gutiérrez lució algo mejorado en el complemento.

Pero no alcanzó para levantar el nivel de un partido que promedió los cinco puntos. Si hasta los simpatizantes locales se quejaron por lo visto a lo largo de 90 minutos.

“Fue un dolor de ojos”, decía Emma Díaz, el buen volante gutierrino, sobre el primer tiempo cuando abandonaba el vestuario. Porque Sanfilippo no fue conducción en el local y Arce casi no tuvo participación en la visita.

Entonces, a los “ponchazos”, intentando encontrar algún rebote salvador en las inmediaciones del área, ambos equipos no dieron dos pases a ras del piso. Prefieron los lanzamientos largos, casi siempre devolviendo el balón al otro bando, en vez de intentar algo distinto.

Es cierto que existieron algunas chances a lo largo de esos primeros 45 minutos, pero desde lo estético lejos estuvieron de convencer. Todo fue desde pelotazos frontales, malos despejes o errores defensivos.

Así, aparecieron las chances para Sanfilippo quien la tiró por arriba; para Navarro quien remató desviado; para Juncos y su remate defectuoso y para Herrera que obligó la atajada de Silva.

Y casi de inmediato, dando una revancha al “9” lasherino, l legó ese centro del Chimi Navarro y la aparición del goleador por el primer palo para abrir el marcador. ¿Era justo? No parecía, pero el fútbol tiene esos impredecibles que lo hacen apasionante. “Cuando jugás mal, el triunfo se celebra más”, diría un rato después el goleador en el vestuario.

Y para el complemento, mientras que Huracán se agazapó contra su propio arco, Gutiérrez puso todo lo que tenía en campo rival. Y de la mano de Díaz intentó jugar por abajo, abriendo el campo de juego y tratando de exponer a su rival con centros que casi nunca prosperaron.

¿Decimos casi nunca? Si, porque hubo uno que si pudo terminar dentro de arco visitante. Vélez metió un pelotazo bárbaro para Gatto, quien bajó el balón de pecho dentro del área y fusiló a Gómez, quien tuvo una magistral intervención para evitar la caída de su valla. A esa altura, los hinchas empezaban a presagiar lo peor, que llegó cuando el “1” lasherino se quedó con el cabezazo de Sosa y el pitazo final de Correa.

Violencia, maldita violencia

Suceden cosas incomprensibles en nuestro fútbol. Que la delegación de Huracán LH abandone el vestuario y camine 50 metros hasta el colectivo que lo devolverá a Las Heras entre un puñado de barras celestes es inaceptable.

Porque cuando se cruzan miradas, el chispazo y la combustión son inevitables. Y no importa si hay un par de efectivos policiales que pretenden hacer de custodios. Se sabe que para los violentos nada es un impedimento. Entonces, de los insultos y las burlas pasaron a los golpes. Entre gritos y amenazas, el plantel del Globo enfrentó a los violentos y todo terminó con la intervención de terceros, quienes calmaron los ánimos.

Según denunció un rato después la entidad norteña, “Tito” Ramírez recibió un golpe desde atrás y otros jugadores fueron atacados. ¿Habrá denuncia policial? “El presidente (Rafael Giardini) está con eso”, confiaron.

Un rato antes, de manera incomprensible, algunos barras habrían ingresado al sector de vestuarios para, una vez concluido el partido, amenazar a los jugadores locales. Otra vez la violencia copando lugares que son del fútbol. Maldita sea.

Alta temperatura

El juego estuvo a tono con el clima. No se dieron tregua y desde el comienzo mismo hubo roces y discusiones. Los que abrieron la tarde fueron Viscarra y Ramírez; después la siguieron Sosa y Ulloa y otros tantos. Nadie quería perder y jugaron con el cuchillo entre los dientes. Casi sobre el final, Giusseponi se fue expulsado por doble amarilla.

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