Trabaja desde hace más de 25 años en el Tecnológico de Monterrey, que tuvo el primer nodo de conectividad de internet de México y desarrolla una clara apuesta a utilizar la tecnología para hacer más eficientes los procesos de enseñanza-aprendizaje. Pero además, Enrique Tamés, uno de los invitados al Ciclo de Encuentros de Los Andes, destaca la importancia de preparar a los alumnos para que sean felices.
-¿El modelo de la clase magistral está cuestionado por las nuevas tecnologías?
-Las nuevas tecnologías han sido incorporadas por diferentes sectores de la sociedad antes que por el sistema educativo. En los últimos 30 años no ha cambiado nada. Cuando un maestro entra a un salón de clases, lo único que tiene es una computadora y una pantalla, en vez de apuntar en el pizarrón. Tomás de Aquino, del siglo XIII, podría, con un poquito de adiestramiento, ser uno de los mejores profesores. Pero si a un médico de hace 100 años lo transportamos al presente y lo ponemos en un quirófano, no podría hacer absolutamente nada. Y en este sentido la educación es una gran paradoja, porque adentro de las aulas se habla del cambio, pero cuando trata de entrar a la universidad hay una barrera. A las instituciones educativas nos cuesta mucho trabajo incorporar algo nuevo, que viene de la sociedad. Y yo avizoro que la siguiente ola de cambio social fuerte viene en el sector educativo, pero a pesar de las resistencias que tenemos, ya que somos muy conservadores.
-Los nativos digitales van a demandar ese cambio también a la universidad…
-La nueva generación es radicalmente distinta a la de cualquier otra época. Un niño que crece jugando a los videojuegos tiene incluso disposiciones neurológicas diferentes a las de uno que juega en la calle todo el día. Y eso tiene consecuencias no sólo en el salón de clases, que es un proceso transitorio, sino cuando el joven llega a la vida laboral y hay una falta de entendimiento con jefes que no tienen la menor idea de cómo dar incentivos, motivación a esas nuevas generaciones. En la universidad no hemos sabido cómo adaptar al joven pero tampoco influir en el ámbito laboral para que exista mayor compatibilidad.
-¿Ha habido experiencias de modelos educativos más acordes a las nuevas tecnologías?
- En el Tecnológico de Monterrey tenemos un modelo denominado Tec 21, que se basa en cuatro componentes fundamentales. Primero, es una red de emprendimiento e innovación, porque hoy emprender no es una elección o algo accesorio. Los jóvenes van a moverse en un ámbito laboral desconocido para la mayoría de las personas que les estamos enseñando cómo ser exitosos. Por eso, lo importante es desarrollar herramientas para que vean las cosas fuera de una estructura predeterminada.
Segundo, ponemos el énfasis en la comunidad de aprendizaje, que es formar personas para que no sólo aprendan, sino re aprendan constantemente.
El gran mito es pensar que tu aprendizaje terminó cuando recibiste un diploma y empiezas a trabajar. Eso se acabó.
El tercer elemento es el concepto de florecimiento humano porque las personas, cuando tienen mayor bienestar y sienten mayor felicidad, son más productivas y a la inversa. Además, para resolver problemas en el mundo actual, necesitas entender desde la emocionalidad, no sólo desde le racionalidad pura.
Y el último componente, al decir de varios economistas que plantean que el futuro del desarrollo humano está en las ciudades, es que el joven debe encontrar respuestas locales a los problemas globales: seguridad, ambiente, salud, alimentación.
-Se trata de un cambio de paradigma, la universidad no imparte conocimientos sino que enseña a los jóvenes a situarse de otra manera...
-Una universidad debería ser un espacio de emprendimiento para cualquier persona que tiene una idea y quiere ver qué tan factible es, ya sea que tenga 10 ó 60 años. ¿Quién dice que de los 18 a los 22 es cuando se aprende a ser emprendedor? No tiene por qué ser así. Eso es un cambio de paradigma, no tratar de cambiar las cosas en cuatro años en la vida de una persona que va a vivir 80.
-Las universidades, ¿son un espacio para que los jóvenes puedan ser felices?
-Vivimos en un tiempo paradójico, en el que tenemos mucha riqueza, aunque muy mal repartida, y al mismo tiempo nuestros niveles de satisfacción en la vida son de los más bajos. La ansiedad, angustia y depresión, e incluso las tasas de suicidio en los países desarrollados, son muy altas. Hay una manera de entender la elevación del bienestar a nivel individual y colectivo, a través de una metodología científica. Lo que tenemos que aprender en las universidades es, primero, a que nuestras comunidades de aprendizaje entiendan lo que es ver el bienestar y la felicidad desde un punto de vista científico; y segundo, a aplicar metodologías que nos ayuden a elevar nuestros niveles de ambos.
Perfil
Nombre y Apellido
Enrique Tamés
Profesión
Filósofo. Doctor en Innovación y Tecnología Educativa
Es vicerrector de la zona Centro Sur de la Universidad Tecmilenio, México.